Daners arbitra no más de ocho partidos por año en la FUN y ayer debutó en un Mundial

Si el deporte uruguayo escribiera un libro sobre sus particularidades y situaciones insólitas, seguro alcanzaría niveles de admiración en el mundo entero. Ya no solo por los éxitos en el fútbol, que han sido modelo de estudio para intentar entender la génesis ganadora de un país de poco más de 3 millones de habitantes, sino porque por estos días se registran dos hechos inéditos en la 17ª edición del Mundial de Natación, que se desarrolla en Budapest. Por un lado, Julio César Maglione, el primer uruguayo que presidió una federación internacional, va por su segunda reelección para completar 12 años de mandato, y por otro, Daniel Daners, juez de la Federación Uruguaya de Natación, integra la selecta nómina de árbitros que dirigen en el torneo de waterpolo.

Lo insólito de estos registros lo plantea la escasa trascendencia e influencia internacional que tiene la natación uruguaya, y mucho más el waterpolo. Sin embargo, en un acontecimiento histórico, Daners debutó ayer en el partido que en el torneo femenino jugaron Estados Unidos y Sudáfrica, en el estreno de los campeones olímpicos. De esa forma se transformó en el primer uruguayo en dirigir en un mundial absoluto de waterpolo.

Daners, arquitecto, quien desde hace 12 años está vinculado a la Secretaría Nacional del Deporte y actualmente se desempeña como Gerente Nacional del Deporte, se inició en la natación siendo niño y a los 15 años se transformó en jugador de waterpolo de Banco República, cuando conformaron el equipo en 1980. Compartió la natación y el deporte hasta que a sus 18 se dedicó solo por la disciplina en la que defendió a Uruguay durante 19 años (de sus 16 a los 35) y en la que jugó, en Biguá, hasta cumplir 38 años.

Paralelamente, desde que cumplió 32 empezó a trabajar como entrenador de waterpolo en formativas de Biguá y desde 2002 volvió a su club de origen, Banco República. Actualmente es entrenador en Banco, fue técnico de la selección, en ocasiones como asistente de Jorge Remersaro, en otras como técnico principal en juveniles.

De pronto, por esas increíbles vueltas que plantea el deporte uruguayo, Daners se transformó en juez de waterpolo. «Me hice árbitro por las necesidades. ¿Por qué? Si las selecciones no llevan árbitros a los torneos internacionales, deben pagar una multa. Entonces, en 2003, Uruguay no tenía árbitro para un Sudamericano y me plantearon si podía ir. Ya dirigía a nivel local, pero nunca a nivel internacional. Ese fue mi primer torneo. Me fue bien, al punto que en ese Sudamericano y en los siguientes llegué a arbitrar la final. Pudo haber incidido en eso que me conocían los dirigentes de la Confederación Sudamericana como jugador, asistente y técnico. Esa situación, y que Uruguay no llegaba a las semifinales ayudaban porque era un árbitro neutral en una instancia decisiva. Al principio eso ayudó a que me conocieran de otros roles, después tuve suerte de no cometer muchos errores», explicó Daners a Referí desde Budapest, donde ayer vivió un día histórico.

Daners tiene 52 años y puede dirigir a nivel internacional hasta los 55, el límite permitido.
A lo largo de sus 14 años como árbitro internacional dirigió mundiales sub 20, tres mundiales de desarrollo y torneos continentales, en los que fue protagonistas de diferentes anécdotas.
«En mi segunda final de sudamericano, Argentina-Brasil en Brasil, iban 1-1 y Brasil saca un contragolpe. En el inicio hubo una falta y ese ataque no valía, pero el que controlaba la zona de ataque era mi compañero. Brasil hace el gol, mi compañero lo valida y yo lo anulo. Ya habían subido el 2-1 al marcador cuando lo anulo, y le hicimos volver al 1-1. Los brasileños no quedaron contentos conmigo, y demoró un rato en reanudarse el partido. Al final ganó Argentina y nada tuvo que ver aquel fallo en la derrota, pero sin dudas fue un momento un poco tenso», recuerda.

También tiene momentos divertidos, como define. Sucedió en su primer Mundial sub 20 en 2015. Le tocó arbitrar a Hungría, potencia en waterpolo. «Estaba en la presentación olímpica y cuando anuncian a los oficiales del partido y dicen: ‘… Daners de Uruguay’. Los húngaros me miraban como diciendo: ‘¡¿Uruguay?!’ Si esto lo transportáramos a la realidad de nuestro país, es algo así como que en un partido de fútbol en un mundial nos arbitre uno de Macao, por poner un ejemplo y plantear una extravagancia. Estoy seguro que por el waterpolo los húngaros no tienen idea dónde queda Uruguay. Igualmente, me fue bien en ese partido».

Daners se formó como árbitro internacional de waterpolo en las escuelas que la Federación Internacional de Natación (FINA) realiza cada dos años. De todas formas, sufre la escasa competencia en Uruguay y las limitaciones que le plantean porque también es entrenador.

«En Uruguay no es fácil dirigir, se juegan pocos partidos y como técnico estoy impedido de arbitrar los partidos de mi equipo y de otros equipos en los que el resultado pueda incidir de alguna forma. En general, y por suerte, me ha ido bien. Pero es difícil perfeccionarse. No obstante, hay una organización mundial de árbitro, nos intercambiamos material de estudio y videos y, por otro, siempre que puedo estoy viendo los partidos, que se transmiten mucho por Internet. Esto me permite ver qué se está arbitrando», subrayó.

Consultado acerca de cómo se arbitra en waterpolo, expresó: «Nosotros decimos que no se cobra lo que es sino que se cobra lo que interpretamos que está pasando, porque el 90% de las situaciones pasan dentro del agua y es mucho la interpretación de lo que sucede y para eso fue de ayuda haber sido jugador. Sé lo que está pasando, porque lo que están haciendo los jugadores ya lo hice yo y ya me lo hicieron».

Expresó que en Uruguay dirige no más de ocho partidos por año, pero acumula minutos de arbitraje dirigiendolas prácticas de su equipo, Banco República. «Ahí tengo un buen ejercicio, pero cuesta también un poco porque debo combinar las dos cosas, entrenador y árbitro. También intento enseñarle a mis jugadores como árbitro».

«Cuando digo que vengo de Uruguay veo que nos miran con extrañeza, pero fundamentalmente siento que nos miran con simpatía», confiesa.
Sobre las designaciones para los partidos, manifestó que se conocen la noche anterior. «Eso provoca cierta ansiedad». Además explicó sobre las designaciones que entiende lógico que «la trayectoria de los países a la hora de las designaciones tenga incidencia. A nosotros nos parecería igual en el fútbol, porque que un árbitro uruguayo tiene tradición y uno de Singapur, por ejemplo, no. Lo veríamos igual si fuera fútbol».

En la primera fase del mundial de waterpolo, que se juega en hombres y mujeres, se disputan cuatro partidos de mañana y cuatro de tarde, con un corte de tres horas.
Debido a la escasa cantidad de partidos que dirige y puede ver en Uruguay, durante las experiencias mundialistas que vivió y en esta de Budapest, pasa el día en la piscina y en la tribuna cuando no dirige. «Trato de ir a ver y aprender en los demás partidos, especialmente porque tengo muy pocos partidos en el año».

Fuente: El Observador