Cada vez hay más calles y edificios de Montevideo que se transforman en la esquina de otra ciudad para jugar con la ficción, como parte de una industria uruguaya en crecimiento.

¿Cuántas ciudades caben en una? Puede parecer una pregunta insólita, evidente o directamente tonta. Pero la respuesta no es tan simple. Montevideo tiene la capacidad de convertirse en otras ciudades del mundo, si se da con los talentos necesarios para lograr la efímera ilusión. Un simple paseo por Ciudad Vieja te podría llevar de París a la Habana Vieja, y de ahí directo a Manhattan con solo caminar unas cuadras.

Este es uno de los grandes atractivos de Montevideo para la industria audiovisual, una de las pocas actividades que en el 2020 registró crecimiento y en la que según los actores del sector hay pleno empleo. Es una industria nacional que está en la mira de las plataformas de streaming internacionales y que, según pudo saber El Observador, tiene actualmente al menos cuatro rodajes de este tipo en desarrollo en la ciudad: El presidente, Porno y Helado, Ámsterdam y Iosi, el espía arrepentido. Incluso Amazon Prime acaba de anunciar el estreno de Sentença, una serie que también se terminó de filmar en la capital hace unas semanas.

Pero empecemos por el principio: de esa transformación urbana en la ficción se encarga la dirección de arte. ¿Y cuál es el trabajo específico que se hace allí?

Rodrigo Martirena es arquitecto y director de arte, trabajó en diferentes ciudades de la región y se encargó del diseño de arte de la primera serie filmada en Uruguay para una cadena internacional: El Hipnotizador. Explica que en su rol está a cargo de la parte estética de un proyecto audiovisual, por fuera de los actores, la cámara y la luz. En ese sentido, todo el resto de lo que vemos en la pantalla queda bajo su responsabilidad y su tarea es moldearlo en función del guion. Es decir, darle una forma estética para que el espectador pueda entender y absorber la energía de la película a través de las imágenes.

Uno de los trabajos principales del director de arte es la elección de las locaciones. Y es allí cuando entra en juego la cualidad camaleónica de Montevideo: tiene distintos tipos de locación, estilos arquitectónicos o épocas en poca distancia, y eso hace que sea más práctico, rápido y en definitiva barato, filmar.

“Estamos todo el tiempo simulando otros países en nuestra propia ciudad. Yo acabo de terminar una serie que supuestamente fue filmada en San Pablo y en todos los rincones buscábamos sectores de Montevideo que nos pudieran remitir a ella. A pesar de que la escala es totalmente distinta y la cantidad de gente también, se busca siempre que a través de la arquitectura que tenemos podamos remitirnos a la arquitectura que tenemos que representar”, dice Martirena, y explica que para lograrlo buscaron edificios cuya arquitectura se emparentara con la arquitectura moderna brasileña: el Edificio Ciudadela o el Panamericano, por ejemplo. “Buscábamos apartamentos con vidrio del piso al techo, con cerámicos en distintas partes del edificio y que fueran plantas libres con pocos pilares, algo que hace que sea muy flexible para filmar”.

Martirena recuerda que en otra oportunidad tuvo que representar una ciudad de frontera en la década de 1940 con reminiscencias a la época de posguerra. “Tuvimos que buscar arquitecturas que fueran del siglo XX pero que no llegaran a la arquitectura moderna, más para el lado del Art Decó o del Art Nouveau”, cuenta el director de arte. En ese caso, las referencias fueron el Palacio Díaz y el Palacio Lapido, que son arquitecturas que vienen del Art Decó y que están casi entrando al movimiento moderno. En Uruguay se lo llama arquitectura renovadora.

“La virtud de Montevideo y su arquitectura es que tenemos de todo y bastante mezclado, y eso abre un abanico amplio de posibilidades”, apunta Martirena y señala que el punto fuerte de la capital es el siglo XX. También destaca que Montevideo es una ciudad accesible para filmar en edificios que son maravillosos y que quizás en otras partes del mundo no se podrían usar: “No son cosas imposibles de pagar o de llegar si das con la persona indicada”. Además resalta que existe cierta empatía de los vecinos de Montevideo hacia el trabajo audiovisual y también por parte de las autoridades tanto nacionales como departamentales. “Acá podés filmar en un hospital, en una cárcel, en el Palacio Legislativo o en un banco. Hay lugares que son imposibles de filmar afuera, pero en Montevideo lo podemos lograr”.

Es ahí donde entra en juego el trabajo del departamento de Locaciones de Montevideo Audiovisual, la oficina de la Intendencia de Montevideo que se encarga de facilitar y abrirle las puertas de la ciudad a los locacionistas de las compañías productoras.

«La ciudad de Montevideo tiene una riqueza urbanística formidable que hace que sea muy práctica y dúctil para recrear escenarios diversos, la hace muy polivalente», sostiene su coordinador, Gabriel Peveroni y considera que «en algún aspecto se puede ver como un museo viviente del siglo XX, donde hay diferentes trazas urbanísticas, arquitectónicas, que lo favorecen también hasta el presente».

Peveroni señala que en este momento en Montevideo se están filmando exclusivamente series de ficción para plataformas de streaming y para ilustrar el crecimiento de la demanda que reciben en la oficina comunal dice que se duplicó la cantidad de personas que trabajaban en la gestión de locaciones.

Locaciones recurrentes:
Fachada del Banco República
Plaza Zabala
Edificio de la CAF
Rambla

Ex banco la Caja Obrera
El edificio Artigas en la calle Rincón se utiliza mucho para representar Estados Unidos
El edificio El Fuerte en Plaza Zabala es un edificio estilo clásico francés
Edificio Panamericano y Ciudadela para representar arquitectura moderna.

Martirena también señala una característica ambigua en la ciudad. “Por desgracia Montevideo tiene mucha arquitectura venida a menos. Sin embargo, hay muchas cosas que las crisis económicas dejaron vacías y que fueron tomadas por el audiovisual, que han sido usados incluso hasta como estudio”, sostiene. Explica, por ejemplo, que hay texturas y valores estéticos que solo se encuentran en espacios abandonados, como fábricas o galpones. El audiovisual revaloriza estos espacios y tiene la capacidad de transformarlos en lugares inimaginables. Martirena recuerda por ejemplo que para un comercial tuvo que construir parte de un submarino, un barco con movimiento de mar, un metro en Estados Unidos y un set de televisión, y todo lo hizo en la antigua fábrica de Ford.

Además, Martirena explica que para su último trabajo tuvo que construir parte de una favela, ya que la situación de la pandemia no permitió a la producción viajar a Brasil, en lo que solía ser la fábrica de Funsa. “Nos ayudamos de la arquitectura moderna uruguaya, nos ayudamos de varias calles que nos podían dar la imagen de barrios paulistas, y lo que no se pudo hacer se construyó y se postprodujo”.

“Otra cosa interesante a destacar tiene que ver con la propia idiosincrasia del uruguayo. Nosotros queremos mucho las cosas antiguas, las cosas de nuestros abuelos, nuestras casas tienen una mezcla de cosas viejas, vintage y nuevas. Eso que parece tan común aquí, no es tan común en otras ciudades donde todo se renueva constantemente” Eso hace que el departamento de arte en Montevideo tenga un depósito importante para utilizar.

Si bien la arquitectura de Montevideo habla de distintas épocas y etapas de nuestra historia, la «planta baja» de la ciudad —la parte más cercana a la calle de los edificios— se ha deteriorado en los últimos años. Martirena señala que existe una planta baja comercial que está muy venida a menos, pero que arriba puede llegar a verse un edificio de estilo europeo bien conservado.

“El trabajo del director de arte es transformar eso para que se pueda visualizar todo el edificio. Sacamos las publicidades, cambiamos los textos, pintamos, arreglamos, para poder ver esa planta baja de la misma forma en que vemos los pisos altos”, explica, y señala que es algo que pasa todo el tiempo debido a que “hay mucha contaminación visual de gráfica, carteles mal diseñados, toldos mal puestos, cosas que están en nuestras calles y que crisis tras crisis han ido quedando”. Luego, la tarea es reacomodar esa planta baja para que pueda ser filmada. “Se coloca la gráfica, los acentos y las texturas que necesitamos para el país que estamos representando. Cuando estamos filmando Brasil se le cambian los carteles de las calles, se ponen las cosas en portugués, se ponen las chapas de los autos brasileñas”.

En este sentido, una frase muy utilizada en el audiovisual es que la Ciudad Vieja es un set a cielo abierto. “Vamos de la Plaza Zabala de hacer un set en el medio de París, nos movemos a Rincón y hacemos un set en el medio de Manhattan y vamos a Lindolfo Cuestas y parece que estamos en Cuba. Si seguimos así podemos construir diferentes ciudades solo en ese pequeño lugar”. También hay barrios más alejados del centro de Montevideo que fueron sets de filmación. Por ejemplo, Martirena señala que han utilizado Peñarol y Sayago en varias oportunidades, dado que tiene una arquitectura inglesa de los comienzos de AFE “que hace que sea muy interesante”. En otra oportunidad, los complejos Euskalerria de Malvín Norte fueron el escenario de un rodaje soviético.

“Hemos filmado China en los arrozales de Rocha, hemos filmado el Sahara en el Polonio, en Punta del Este hemos filmado millones de cosas que tienen que ver con playas e islas”.

2020: un año de crecimiento inesperado

La industria audiovisual tuvo un impulso en el 2020 pandémico. En mayo del año pasado, el Ministerio de Trabajo dio luz verde a un protocolo sanitario elaborado por la Cámara Empresarial de Productoras Publicitarias del Uruguay (Ceppu), la Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay (Asoprod) y el Sindicato de Trabajadores, Técnicos y Profesionales del Cine y el Audiovisual (Gremiocine), algo que le permitió al sector convertirse en el primero —y el único de la región en ese momento— en retomar la actividad.

A fines de 2020 se presentó el Programa Uruguay Audiovisual (PUA), una iniciativa de estímulo a la producción nacional a través de la atracción de proyectos internacionales que fue lanzada en 2019 como plan piloto. Durante la presentación del programa, el Ministro de Industria, Energía y Minería (MIEM), Omar Paganini sostuvo que “el objetivo es convertir a Uruguay en un hub regional para la producción audiovisual”.

Roberto Blatt, director del Instituto del Cine y Audiovisual Uruguayo (ICAU), explica que «la industria aprovechó que durante muchos meses la pandemia fue mucho menos grave en Uruguay y por eso fuimos uno de los pocos lugares del mundo donde se rodó todo el año, lo que nos hizo un lugar atractivo». Blatt sostiene que la imagen del país ha crecido mucho para el entorno internacional, «tanto por ventajas circunstanciales como por la madurez de la industria». Agregó también que se está «ampliando el PUA» en 2021 y que se ha «reforzado el incentivo tanto a rodajes de producciones extranjeras como a coproducciones de proyectos uruguayos con extranjeros».

La industria audiovisual exporta unos US$ 20 millones anuales en promedio en Uruguay, entre servicios de producción de comerciales y contenidos de ficción.
El sector emplea a 1.500 personas en actividades de producción, posproducción y proyección de películas, en unas 460 empresas vinculadas. Otras 1.500 personas se suman en actividades de rodajes; esto es, transporte, arrendamiento de equipos, catering y alojamiento. Se espera que en el 2021 las exportaciones se dupliquen.

 

Fuente: El Observador