Emiliano Brancciari habló sobre el nuevo disco de la banda, Suenan las alarmas.
Emiliano Brancciari no se imagina una vida sin No Te Va Gustar (NTVG). El pasado domingo el grupo celebró su vigésimo tercer aniversario, lo que significa que el músico ha pasado más tiempo de su vida con la banda que fuera de ella.
A lo largo de esos años, y más allá de sus cambios de integrantes, para el vocalista y guitarrista la banda ha cambiado «en su responsabilidad, porque se transformó de un juego a un modo de vida, y a tener responsabilidades como empresa, algo que no pensamos pero que es parte de la vida, de que sea un trabajo. Cambió la infraestructura y todo lo que pasa por la periferia del grupo».
Y si bien hay puntos en común, el disco más reciente de la banda, Suenan las alarmas, también tiene algunos cambios a nivel sonoro. «Nos hace bien hacer algo nuevo, que no hicimos o suena distinto, no lo hacemos por sorprender a nadie en particular», explicó Brancciari.
Las canciones ya estaban creadas desde hace un tiempo, pero el disco se retrasó seis meses porque se prolongó la gira del álbum anterior, y faltaba presentarlo a sitios donde ya se han convertido en habituales y que no se podían dejar pasar.
Y ese mayor plazo también se dio por el cambio de metodología generado junto a Héctor Castillo, el venezolano encargado de la producción de este nuevo disco. «Castillo potenció el cambio de sonido que buscábamos, y aportó como novedad que ya desde los ensayos, cuando todavía no sabíamos el tema, se estaba grabando. Y hay cosas que quedaron de ahí», recordó el músico, quien destacó que el trabajo fue «obsesivo», llegando a empezar de cero lo que no gustaba, y pensando cada sonido de cada instrumento.
Esa obsesión también es parte del enfoque que Brancciari tiene sobre sus composiciones. Las horas de tiempo invertidas se apilan, «y no te das cuenta que estás escuchando setenta veces el mismo tema. Y a veces te genera otro tipo de problemas porque afuera de eso tenés una vida a la que no le estás dando bola».
La forma en la que las canciones se presentan suele seguir un método ya establecido. Brancciari realiza grabaciones domésticas que desarrollan todo lo posible las guitarras, el bajo, la batería, los teclados y las voces y coros. Eso puede no ser definitivo, pero es la base sobre la que las creaciones mutan, se rompen o se respetan.
En el caso de Suenan las alarmas, «las letras son más apocalípticas, musicalmente hay una densidad que acompaña eso, pero también hay otras más luminosas», dijo Brancciari sobre este álbum, que se grabó principalmente en el estudio Elefante Blanco, el hogar de NTVG desde 2011, y que se completó en Buenos Aires.
A nivel musical, hay una presencia de sonidos que van desde el corrido, el folk y la electrónica hasta el reggae y el folklore. El guitarrista de NTVG reconoce que la escucha de ellos influye. «Somos muy permeables y viajamos mucho, entonces compramos discos, y eso se refleja al momento de componer y arreglar». Las únicas excepciones por cuestión de gustos son reguetón y bachata, que no ingresarán al repertorio de la banda, afirmó el cantante.
En el momento de la producción, la canción Suenan las alarmas se transformó en Guante blanco, para que ese viejo título pasara a dar nombre al disco. Eso se debe a una regla de la banda que estipula que una canción no puede dar nombre a la placa. «Cuando éramos chicos pasaba, por ejemplo, que tenías el disco Let it be. Entonces tu mente, sola, va directo a esa canción cuando la escuchas. Y muchas veces pasa que no es la más representativa, es solo la que le da nombre».
Suenan las alarmas marca el momento actual de la banda, que cambió a lo largo de 23 años, pero que en otros aspectos sigue igual. «Lo que no cambió fue la escencia de buscar la motivación siempre en lo artístico, tratar de superarse, tocar cada vez mejor, que el disco y los shows sean mejores que los anteriores, y eso es lo que nos mantiene con ganas y juntos».
El próximo 6 de agosto, NTVG presentará en Landia este nuevo disco. El dilema para la banda es qué canciones de las doce novedades tocar, o si – por la buena respuesta del público – alterar su tradición y tocarlo todo. «El armado del repertorio después de nueve discos es complicado», reconoce.
Presentación
Las entradas para el show del 5 de agosto en el centro de espectáculos Landia (ubicado en el Parque Roosevelt) se pueden adquirir en Red UTS, con precios que van desde los $800 a los $1.000.
Fuente: El Observador