Desde el 12 de abril hasta el 10 de julio las creaciones del escenógrafo y vestuarista Hugo Millán estarán expuestas en Alcalá de Henares

Trecientas piezas de Joaquín Torres García se exponen por estos días en Santiago de Chile. La película Los Tiburones de Lucía Garibaldi se llevó, el último fin de semana, el premio especial del jurado en el BAFICI (festival de cine independiente de Buenos Aires) y así la realización uruguaya sigue sumando galardones. Eli Almic, Phoro, Pablo Bonilla y F5 viajan en mayo al gigantesco festival de Barcelona Primavera Sound. Jorge Drexler agota entradas en su extensa gira Silente. Elvio Gandolfo escribió a comienzos de marzo un elogioso texto en la revista Ñ de Clarín que tituló: “El giro cuántico de la ficción uruguaya”. Se detiene un buen rato en las suculentas novelas de Juan Andrés Ferreira y Nicolás Alberte, pero también incluye a otros. La dramaturga y directora Marianella Morena estrenó a mediados de marzo en Barcelona su puesta en escena de Andrea Pixelada, la pieza de la catalana Cristina Clemente; El País de Madrid le dedicó una crítica titulada «Fricciones en juego».

Luis Suárez y Edinson Cavani meten goles en el exterior. Como lo hemos consignado varias veces en estas páginas, no son los únicos. Las letras, la música, el teatro y el cine nacional también reciben ovaciones fuera de fronteras.

En una semana, el martes 23, Ida Vitale recibirá en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares el premio Cervantes. Es un acontecimiento de una gran relevancia. Estará el rey Felipe, el periodismo especializado, las fotos y, por supuesto, Vitale que se convertirá así en la segunda uruguaya –después de Juan Carlos Onetti– en tener el premio.

No es la única oriental que está en el radar de los más de 200 mil habitantes de la ciudad que está a unos 30 kilómetros de Madrid. El viernes 12 a las 12.30 en la sala de exposiciones de la Capilla de Oidor, Hugo Millán –escenógrafo y vestuarista de distintas piezas de artes escénicas– se paró detrás de un atril y habló. Millán se tomó un avión rumbo a España el 3 con un objetivo claro encomendado por el director del Centro Cultural de España en Uruguay, Ricardo Ramón Jarne. Tenía que encargarse del montaje de la exposición El Quijote del Plata que es, en resumidas cuentas, elegir cómo exhibir el resultado físico de sus horas y horas de trabajo para la imponente producción que el Ballet Nacional del Sodre (BNS) estrenó en 2018.

“(Ramón Jarne) Me hablaba de Ida Vitale, de la capilla, de los reyes de España. Una mezcla que yo no entendía nada. Tuve que llamar a Igor (Yebra) para que me explicara. Después, cuando me junté con él, me dijo que lo que quería era mostrar todo el proceso de diseño tanto en vestuario como escenografía”, contó Millán ya de regreso en Montevideo.

Del otro lado del océano, en la ciudad donde nació varios siglos atrás Cervantes, quedaron más de 100 bocetos de un proceso que el artista valora como el más desafiante (hasta ahora) de sus años en el BNS. También, el vestuario de Dulcinea, el de dos de las viudas y la bata de Xalambrí. Millán recuerda el vértigo del año pasado así: “Hasta ahora no había tenido un diálogo directo con una coreógrafa o un coreógrafo sobre un proyecto o un producto nuevo. Siempre había trabajado en base a una partitura que existía, una coreografía que también y los requerimientos para eso. Con Anna Marie Holmes el diálogo era a través de Julio (Bocca), pero era una repetición de una puesta de ella. Bocca me dio la libertad y Anna-Marie la aceptó. Acá todo fue montado de cero. Todo era muy entusiasmante”.

Seis años que parecen 20
La vida de Millán, de tanto en tanto, está marcada por este tipo de llamadas inesperadas. Tal vez la que anticipó todo lo que iba a venir fue una de 2012 cuando del otro lado del teléfono alguien le dijo que Julio Bocca quería juntarse con él.
Millán tenía una carrera extensa e intensa en vestuarios y escenografías para carnaval y teatro. También era docente en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD) y de la carrera de Diseño de Moda de Universidad ORT. Más allá de su experiencia, de los años, del oficio y del talento, Millán dudó cuando el director artístico del BNS le ofreció que se encargara de vestuario y escenografía de El lago de los cisnes.

“Con el primero que hablo fue con Claudio Goeckler que no fue profesor mío, pero nos conocíamos como colegas. Él trabajó mucho con ballet, en el exterior. Y yo le dije: ‘No sé si estoy preparado para hacer esto’. Él me respondió: ‘¿Cómo que no? Claro que sí. Sí, sí, sí, tenés que hacerlo’. Otro día estábamos en casa trabajando con un grupo de chicos que me ayuda en temas de carpintería y uno me dice: ‘¿Qué te pasa?’. Yo les conté que me habían ofrecido un trabajo y que no creía que fuera aceptar. Y otro, que es muy seguidor del mundo de Momo, me responde: ‘¿No es lo mismo que hacés en carnaval? Tenés que hacer los diseños, vestir gente y después se abre el telón. Como siempre, ¿no?’ Fue tan lineal y simple que tenía razón”, contó.

El lago de los cisnes se estrenó en agosto de 2013. Millán todavía se acuerda de los errores que cometió y también recuerda que pensó que su colaboración se había terminado ahí. Pero no.

Días más tarde Bocca le dijo: “Quiero que empieces a proyectar El Corsario”. El Corsario se convertiría, entonces, en una producción original del BNS.

El trabajo de Millán, en conjunto con los talleres del Auditorio Nacional Adela Reta, fue tan impresionante que, tiempo después, en noviembre de 2017, el Hong Kong Ballet hizo su montaje de la pieza con los 16 telones diseñados por el escenógrafo y creados en el teatro uruguayo. Meses después el artista y su equipo se llevaron el premio a mejor vestuario en los galardones de la danza en Hong Kong.
Millán dice que fueron años de vértigo. Tanto que siente que no son seis, que son 20.

Ahora, después de que la muestra de El Quijote del Plata llegue a su fin en Alcalá de Henares, los españoles podrán ver la escenografía y el vestuario en su espacio más habitual. Durante más de dos semanas, parte de la compañía viaja a presentar la pieza en cinco festivales de verano. Así se cumple la idea del actual director artístico del BNS, Igor Yebra, que quiere que Uruguay le muestre al mundo de lo que es capaz.

Millán no va a las giras de la compañía habitualmente. Pero este año se va a dar ese lujo. Después de 41 años, seis meses y 20 días de trabajo decidió jubilarse de la EMAD. Así que tiene más tiempo y le sobran las ganas. Y se lo merece.

Fuente: El Observador