Alma Histórica, un hotel que desde el corazón de la Ciudad Vieja, regala un pedacito de Uruguay al mundo.

Por Dolores de Arteaga

Que una italiana me hable con tanto amor de Montevideo, me deja el corazón más que contento. Me llena de orgullo. Y más aún, cuando entro a Alma Histórica, el hotel que construyó con su familia en pleno corazón de la Ciudad Vieja, pensado con más “cabeza oriental” que cualquiera de los que caminamos por las calles montevideanas. Sí, los de afuera valoran más lo que tenemos en casa.

Esta italiana se llama Cate Bonan, tiene 35 años y es de Treviso, ciudad de la zona del Véneto. Su unión con Uruguay fue a través del artista uruguayo Pablo Atchugarry, quien desde hace cuarenta años mantiene una relación de amistad con los papás de Cate. “El año que inauguró la Fundación Atchugarry en Maldonado, invitó a mis padres, y bueno… ¡Mis padres se enamoraron de Uruguay! Al principio venían un mes, después dos y después ya se quedaban seis meses (risas). Y cada año iban descubriendo más y más de Uruguay, hasta que nos enamoramos de la Ciudad Vieja”.

En cuanto empezamos a hablar de la parte más antigua de nuestra ciudad, a Cate se le iluminó la cara: “Es que, sobre todo, le vimos una potencialidad que algunos montevideanos mismos no la ven”. Y, por eso, no dudaron un instante. Ese era el lugar para llevar a cabo su sueño familiar. Hoy, son Cate y su marido, Mario Di Stefano (33), los que llevan adelante este emprendimiento, en un área en la que no tenían experiencia previa: “Ninguno de los dos, incluso mi familia, veníamos del rubro hotelero. Pero cuando uno le pone amor y pasión, a veces se dan resultados más grandes que cuando se estudia”.

En diciembre del 2014, el Hotel abrió sus puertas no solo a extranjeros, sino a todo aquel uruguayo que quiera pasar una noche inolvidable, como de alguna manera recordándonos lo lindo que es ser uruguayo. Porque tenemos mucho material para enorgullecernos. Es que con solo acercarnos a cualquiera de sus quince cuartos, uno se siente frente a una oda al patrimonio uruguayo.

Dolores de Arteaga: ¿De verdad te parece que haya montevideanos que no se den cuenta del potencial que tiene nuestra Ciudad Vieja?
Cate Bonan: ¿Me lo estás preguntando en serio? Para mí es bellísima, pero terminás hablando con montevideanos que te dicen: ‘¿Pero que haces en la Ciudad Vieja?’. Y no lo puedo creer: ‘¡¿Cómo qué hago en la ciudad vieja?!’. Hay tantas cosas lindas, tanto edificio, tanta arquitectura…Para mí, es la parte más linda de Montevideo. Me parece que el montevideano, generalmente, tiene la idea de que la Ciudad Vieja es peligrosa y aburrida; quedó como una leyenda de lugar peligroso, quizás por la cercanía con el puerto. Y desde que pusieron cámaras e iluminaron más, está mucho mejor.

D: El primer lugar que conocieron de Uruguay fue Punta del Este y José Ignacio. ¿Cuál fue tu primera impresión cuando pisaste la Ciudad Vieja?
CB: Mirá, es ridículo, pero conocí a la Ciudad Vieja un 6 de enero. No había nadie. Era decadente, pero un decadente romántico. Yo me imaginaba quién había vivido en tal o cual edificio, o cómo iba la gente con carrozas. Pasaba por la Plaza Matriz, el Cabildo, el Club Uruguay. Daba la sensación de un Uruguay con un pasado importante.

D: ¿La Ciudad Vieja te recuerda algún lugar de Italia?
CB: Mirá, si tengo que compararlo con algo, sería con el sur de Italia, precisamente Sicilia. Mi marido tiene origen ahí y cuando podemos vamos. La gente es igual de relajada que acá. A Sicilia únicamente le falta el mate (risas).

D: ¿Encontrás relajado al montevideano?
CB: Sí. El otro día pasé por una calle de la Ciudad Vieja, serían las tres de la tarde, y había gente que estaba mirando a una persona bailar tango. Y yo en un momento pensé: ‘¿Pero esta gente no tiene nada para hacer a las tres de la tarde?’ Claro, con mi mentalidad workaholic…. Pero después pensé: ‘Está bien que así sea’. Es que el Uruguay tiene eso de aprovechar del momento. Yo no tomo mate, pero me encanta la idea de que uno se toma el tiempo para sí mismo, para bajar las revoluciones. Uno se toma un mate, comparte las cosas del día con los amigos, la familia, y baja la tensión. Y es algo que no pasa en todo el mundo. Me encanta la idea, esa tipología de vida. Que se pueda vivir bien en Uruguay.

D: Decidieron hacer una inversión en Uruguay.
CB: Mi padre es un hombre muy creativo. Pero es de muy bajo perfil, no le gusta llamar la atención. Nosotros vimos que el Uruguay estaba creciendo mucho, y entonces era importante llevarse como un pedacito de corazón. Y la Ciudad Vieja nos pareció un lugar bueno para invertir. Sobre todo en la Plaza Zabala, que tiene toda la historia de la ciudad misma. Y bueno, ahí apareció el edificio donde está hoy Alma Histórica, que estaba como llamándonos.

D: Contame un poco de esta belleza de edificio.
CB: El edificio era una casona de familia que fue abandonada. Nos enteramos que estaba a la venta, pasamos una oferta, y una vez aceptada, nos dijimos: ‘Bueno, ¿y ahora qué?’. Porque no es que ya teníamos la idea de hacer un hotel. En principio se pensó hacer oficinas, pero cuando fue aprobado el proyecto como que ya era tarde, la Ciudad Vieja estaba llena de oficinas. Corría el 2011. Hicimos una búsqueda de mercado, vimos que el turismo estaba creciendo en Uruguay y salió que de hecho faltaba estructura hotelera para los turistas. Y como nos encantan los hoteles boutique, ahí se nos ocurrió la idea del hotel. Encontramos este rincón divino para hospedar a la gente que viene a visitar la ciudad.

D: Un hotel con un plus. Cada cuarto tiene el nombre de un personaje emblemático de nuestro país, y decorado según las características del personaje en cuestión.
CB: Es que supimos ver que faltaba algo que contara la historia del país. En Montevideo hay historia. Yo me enojo cuando me dicen: “Hay una historia solo de doscientos años”. ¡Pero en doscientos años, pasan muchas cosas y hay personalidades muy interesantes!

D: ¿A ustedes se les ocurrió hacer un hotel de corte histórico? ¿O los asesoraron?
CB: A nosotros. Uno a veces no valora tanto lo suyo. Nos pasa a todos. Entonces era imposible creer que alguien de Montevideo nos dijera que hiciéramos algo dedicado a la cultura…

D: ¿El turista valora ese diferencial?
CB: Sí. Cuando viene de vacaciones no solo quiere irse a la playa, a caminar o a la rambla, sino conocer la historia del país y poder quedarse en un lugar que te hable sin que vos preguntes.

D: La decoración es protagonista en el hotel.
CB: No fue fácil encontrar a alguien que representara físicamente el concepto de Alma Histórica. Finalmente, encontramos a la arquitecta Beatriz Musacchio, con quien tuvimos onda enseguida. Ella trabaja solo con proyectos que le gusten y a los que luego les pone mucha pasión. Amalgamó dos estilos bien distintos, lo antiguo con lo minimalista, moderno.

D: Cate, cuáles son los nombres de algunos de los cuartos.
CB: Doña Trinidad, dedicado a Trinidad Guevara, la primera actriz de teatro uruguaya; una mujer transgresora que luchó por el posicionamiento de la mujer, tanto personal como profesionalmente. Don Horacio, por Horacio Quiroga, uno de los escritores más importantes del Uruguay; su habitación en tonos verdes está inspirado en sus Cuentos de la Selva. Don Cesáreo, fue el primer aviador del país. Cruzó el Río de la Plata en globo y hasta en un aeroplano sin cabina; su habitación, inspirada en los colores del cielo. Don Juan Manuel, por Juan Manuel Blanes, más conocido como “El Pintor de la Patria”, por su obra gauchesca. Doña Juana, por Juana de Ibarbourou, una de las poetisas más importantes del Uruguay. Conocida como “Juana de América”. Su habitación es en tonos violetas, donde predominan temas que exaltan el erotismo.
Son quince habitaciones. Hay dos suites, una es la de Carlos Gardel y la otra es la de Joaquín Torres García. Mi favorita es la de Juana de Ibarbourou.

D: Estaban recién casados y viviendo en Londres cuando decidieron venirse a Uruguay a dirigir el hotel. Gran movimiento de vida.
CB: Nos cambió la vida. Hasta el momento del traslado a Montevideo, vivíamos en Londres. Estuvimos en pareja durante siete años y nos casamos en el 2013.
Cuando mi padre empezó con la obra del hotel, ya sabía que él no iba a manejarlo. Nosotros, recién casados, estábamos con muchas ganas de hacer cosas. No nos veíamos como trabajadores dependientes. Quizás algún día tengamos que volver a hacerlo, pero nos gusta ser dueños de nuestro tiempo, de nuestra creatividad. Entonces, cuando se nos presentó la oportunidad, dijimos ‘¡Sí’ Somos jóvenes y bueno… ¡Nos subimos al tren y acá estamos! Fue un cambio grande porque repito, ninguno de los dos sabía nada de hotelería. Hoy yo me ocupo más de lo que es el personal, eventos, adornos, imagen, diseño. Y él es el que mira los números. Estamos muy bien balanceados.

D: Alma Histórica está dentro del concepto de “hotel boutique”. ¿Por qué elegirlos?
CB: La idea del hotel boutique es un poco valorar la cara de la persona que te dice ‘Hola’ a la mañana, o el chico que te hace la broma cuando te da el café. Y no estás en una cadena que es igual en cada lado del mundo. Y para mí tiene que ver la medida también, la dimensión: máximo treinta habitaciones. Porque si no se pierde eso de conocer a todos tus huéspedes. En conclusión, las características que definen a un hotel boutique son: el tamaño, el servicio personalizado, y que tenga algo personal que marque la diferencia. Se tiene que despegar de lo que es un hotel común.
Yo me enojo cuando el personal hace el check in a la gente, le dan la llavecita, la cartita con las sugerencias de restaurantes de la zona, y no le cuentan que el hotel está dedicado a la historia del Uruguay. Que les cuenten que la habitación a la que están entrando está dedicada a tal o cual persona importante…Por eso, una vez por mes hacemos reuniones con el personal, y les pongo evaluaciones; quien tiene más puntaje, tiene medio día libre.

D: Para terminar, ¿qué te gustaría decir?
CB: Una frase que no es mía, es del papá de Beatriz Musacchio, un hombre grande y muy dulce, quien vivió siempre con su familia en una casa súper linda en Punta Carretas. Antes de la apertura, invitamos a algunas personas cercanas a pasar una noche en el hotel, entre ellos, a este señor, quien cuando amaneció comentó: “Fue como acostarse en un hotel y despertarse en un museo”. A mi madre y a mí casi se nos caen las lágrimas. Me pareció increíble esa frase, tanto es así, que una vez la usamos en una publicidad.

Fuente: El Observador / La Citadina