Empresariado y Estado apuestan al desarrollo de la innovación y quieren posicionar a Uruguay como referente internacional en la materia
“Nos gustaría que cuando la gente piense en Uruguay, piense en innovación”, dijo a El Observador Flavio Caiafa, presidente de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). “Como Agencia nuestra misión es hacer de la ciencia y de la innovación factores claves para el crecimiento económico, el desarrollo social y la sustentabilidad del país: es la misión que nos planteamos en el directorio. Queremos apuntar a posicionar a Uruguay como sinónimo de innovación en la región y como plataforma para innovar y crecer desde la región hacia el mundo y viceversa”.
Y no es el único que piensa como él. Para Juan Ciapessoni, directivo de la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información (CUTI) y fundador y Head of Innovation de The Electric Factory (THEF), entre otros proyectos, “Uruguay tiene todo para ser un país elite y modelo en el mundo”.
Según el multiempresario, “las cosas están dadas a nivel local e internacional para que Uruguay haga, proponga e innove”, pero hay que trabajar más lo estratégico, lo emocional, darse cuenta de esas condiciones favorables y “creérsela”, para lentamente ver grandes cambios e incorporar la innovación de forma natural en las organizaciones y en las personas. “Tenemos que estar todo el tiempo adelantándonos para convertirnos en un role model, el país donde las cosas pasan”, sostiene Ciapessoni.
Estabilidad política (independientemente del partido que gobierne), seguridad jurídica, una apuesta por la innovación, una buena conectividad, entre otras, son algunas de esas condiciones a las que se refieren los especialistas y que muchas veces se dan por dadas, pero que otros países de la región no poseen.
Además, Uruguay tiene otra ventaja: un tamaño pequeño que lo convierte en un buen “laboratorio” para probar productos, servicios e innovaciones, con potencial de crecimiento y escalabilidad. “Cada vez es más importante testear, probar y analizar mercados e innovaciones en ambientes reducidos de pequeña escala para después escalarlos globalmente”, señala Ciapessoni y en ese sentido Uruguay ha demostrado ser un buen “conejillo de indias” en los últimos años.
Para Caiafa, la innovación en Uruguay está en un “excelente momento”, y los empresarios, emprendedores, e incluso los científicos, entienden que la innovación y el emprendedurismo son necesarios para crecer, pero también para sobrevivir. “Antes la innovación era algo opcional, hoy sin innovación no hay ningún sector productivo que pueda sobrevivir”.
Sectores más tradicionales como la agroindustria son los que más innovan, investigan y emprenden (y también los que más exportan), seguido por sectores emergentes como el de las tecnologías de la información y comunicación (TIC) y la biotecnología.
Más allá de apoyar a este tipo de rubros, desde la Agencia tienen interés también en potenciar la innovación en industrias que parecen más “rezagadas” o tradicionales, para que se reconviertan.
Un ejemplo que pone Caiafa es el de la empresa Azurcalito, que en una industria madura y consolidada como la del azúcar pero con pocas perspectivas de crecimiento, logró mediante la investigación y la reconversión de su planta empezar a producir para exportar el azúcar líquido como producto, un jarabe con el que se endulza la mayoría de los refrescos y comida envasada.
Cuestión de espíritu
Con respecto a si las empresas están dispuestas a invertir en innovación, los expertos coinciden en que “hay de todo”. “En mi entorno, el líder que ya estaba innovando no paró de innovar por la pandemia”, dijo en diálogo con El Observador Emilio Oteiza, consultor e instructor de innovación y docente en la maestría de Marketing de la UCU Business School. En su empresa DVL hace más de 15 años que se dedica al asesoramiento en innovación y dice que el 2020, en materia de consultoría, fue su mejor año.
En este año de pandemia detectó en sus clientes tres necesidades a la hora de innovar: en creación de nuevos productos y servicios, en mejora de productos y servicios ya existentes y en abrir nuevas líneas de negocio. “Pero nadie te dice, ‘traeme innovación’, así como nadie te dice ‘traeme transformación digital’, te dicen, por ejemplo, ‘mi negocio es muy zafral y quiero hacer una especie de contranegocio’”, explica Oteiza.
La innovación, sostiene el especialista, es un medio para un fin de negocio concreto, que puede ser, desde generar una nueva fuente de facturación o mantener a la empresa relevante en el mercado, hasta un fin de desarrollo organizacional, que implique innovar en procesos para mejorar el clima laboral o la motivación del directorio. “No es todo sobre plata, del mismo modo que la gente no está al frente de las organizaciones solamente por la plata, hay todo un compromiso emocional detrás. Cuando te metés en innovación, estás tratando de construir un futuro para la gente”, resalta.
Las empresas que están inmersas en una cadena de valor internacional necesariamente tienen que innovar para mantener su competitividad y son las más dispuestas a hacerlo, pero también hay empresas más chicas que apuestan a innovar en el mercado local, según el experto. “Tengo clientes pymes que lo que hacen conmigo es innovación en desarrollo de negocios o mejora de sus modelos de negocio y desarrollo de múltiples líneas de facturación. Aunque estés en un mercado local chico, igual necesitás innovar para poder sobrevivir y prosperar”, asegura.
En el caso de la ANII, donde las empresas y proyectos se acercan en busca de fondos o apoyos para innovar, la gran pregunta es a quién ayudar. “Es una duda que siempre tenemos como agencia de promoción sobre a quién tenemos que apoyar, ya que hay dos escuelas: una que dice que apoyemos a los más innovadores, porque esos van a marcar el camino para los otros y otra que plantea apoyar a los otros, porque el que es más innovador, va a innovar igual. La verdad, todavía no tenemos resuelto qué es lo mejor”, admite Caiafa, aunque él personalmente cree que hay que apoyar a los innovadores que tienen pasión por lo que hacen, porque “si no hay pasión, por más plata que le pongas, es difícil, porque todos estos caminos son complejos y trabajosos”, alega.
Para fomentar este espíritu y promover las oportunidades de innovar, investigar y emprender como opciones de trabajo claves para el país en el siglo XXI, la ANII lanzará sobre el segundo semestre del año un proyecto llamado Escuela de Emprendedores Innovadores, con el fin de capacitar a nuevos emprendedores. “La escuela va a tener una parte de contenidos, otra de talleres y otra de comunidad”, señala el presidente de la institución. Esperan que sea un lugar en el que colabore y participe todo el ecosistema. “Es la forma en la que vamos a ayudar a quienes postulen a los instrumentos de financiamiento para que estén bien preparados y sepan lo que les exigirá la ANII”.
Por su parte, Ciapessoni opina que la innovación y la tecnología van casi de la mano. Si bien se puede hablar de innovación en procesos, en diseños o en recursos, la tecnología está presente en casi todas —si no todas— las actividades económicas y por otro lado, no se puede hablar de tecnología sin hablar de innovación. “La tecnología ha permeado a todas las industrias, entonces, un país que esté avanzado tecnológicamente a nivel de recursos, de infraestructura, está en condiciones de innovar en todas sus líneas industriales, desde la telemedicina hasta el ámbito bancario”, resume el empresario y agrega, “Me encantaría que así como antes —y ahora— los modelos a seguir son jugadores de fútbol, el día de mañana sean programadores”, y plantea que hay que demostrar con casos concretos y exitosos que la tecnología aplicada a la innovación puede darse en todos los rubros, desde el campo hasta le real state, y no solo en el área TIC propiamente dicha.
Presupuesto acotado
Si bien el foco está en potenciar a Uruguay como referente de innovación, mucho se ha hablado del acotado presupuesto que tiene el principal promotor de ella a nivel estatal, como es la ANII. Según su presidente, “no hubo un recorte presupuestal”, sino que, lo que sucedió es que en la gestión anterior hubo un aumento en los compromisos que asumía la agencia —la cantidad de proyectos aprobados— y que el ajuste actual tiene que ver con poder abarcar lo que realmente el presupuesto permite.
“En la anterior administración se aprobaron proyectos muy por encima de los recursos que ingresaban a la agencia”, agrega y pone como ejemplo que en 2019, se aprobaron proyectos por un valor que excedía en $ 95 millones los ingresos reales.
“Para el 2020 se planificó aprobar proyectos por $ 455 millones más que los ingresos que iba a haber. (…) La agencia se encontró con muchos más proyectos aprobados de los que podía pagar”, explica.
Según el directivo, en 2020 la ANII tuvo un presupuesto superior al de 2019, pero tuvieron “que utilizar gran parte de ese dinero para cubrir los sobrecompromisos y las deudas que había asumido la anterior administración”.
Sin embargo, asegura que eso se “va a revertir”. “Estamos trabajando con el gobierno para terminar el 2021 con un presupuesto en pesos corrientes igual al del 2019, con un ingreso que no haya sufrido por la inflación o la devaluación”.
Fuente: El Observador