Una fiesta exclusiva con todo el glamour del Río de la Plata.

En la llegada está la clave. Un estacionamiento lleno de vehículos de alta gama y dos helicópteros moviendo gente de un lado para otro son algo muy elocuente.

Desde el mediodía del sábado pasado el predio de la Fundación Pablo Atchugarry se llenó de música electrónica, rock y pop, junto a una muestra gastronómica de excepción.

La primera fiesta Hightlights de Punta del Este se presentó en sociedad como un «festival boutique» donde el «espíritu es encontrar «muchas cosas en un solo lugar», según el organizador Gonzalo Solimano, un Dj argentino de primer nivel.

La entrada se conseguía a un precio de US$ 55, los socios de El País tuvieron dos por uno. La bienvenida estuvo a cargo de un Dj que disparaba electrones desde un ala de una de las salas de exhibición del escultor uruguayo. Recién son las 13.30 y nadie se queda quieto. Hasta los enormes bloques de mármol parecen moverse.

«Trajimos a los mejores Dj de Europa, algunos de ellos mueven los festivales masivos en las montañas europeas, son muy famosos en el under alemán», asegura Solimano.

Además, invitó a Dj argentinos que tocaron en dos áreas distintas durante toda la tarde. También trajo a otros músicos, entre ellos Jorge Drexler, Juana Molina y la banda Poncho.

La propuesta de la fiesta parte de un concepto global, la música y la buena gastronomía no saben nada de geografía ni reconocen idiomas. Todo lo que pasó allí puede suceder en Europa, Estados Unidos, Argentina o Uruguay, según comentó uno de los Dj invitados.

Un grupo de meditación invitaba a relajarse. Curiosamente, los organizadores encartaron un lugar en el parque donde la música estridente no afectaba las clases de yoga. Muchos prefirieron meditar y después, ya relajados, gozar de la amplia oferta de espectáculos.

En una zona aparte, pero cercana al escenario, funcionó el espacio infantil. Los animadores cuidaron y entretuvieron a los pequeños. Juegos inflables, pinturas, futbolito y ping-pong. Allí estaban los hijos de los espectadores pero también de algunos artistas.

Al tiempo que avanzaba la tarde, cientos de espectadores se sentaron sobre el césped frente al escenario.

Ellas y ellos vestidos con ropas claras y cómodas, bebiendo agua mineral o licuados. Una barra de tragos, instalada en la entrada del área preferencial, ofreció una sinfonía de opciones con y sin alcohol.

Una enorme carpa frente al escenario sirvió para recibir a los invitados VIP. El dueño de casa, Pablo Atchugarry, recibió allí a muchos artistas y amigos que participaron en el festival y otros que acudieron como espectadores.

Además, había empresarios argentinos y uruguayos, figuras del mundo de las finanzas, invitados de la organización y fanáticos de los artistas que se estaban presentando.

Cuando el sol comenzó a bajar, el ritmo del festival se puso a tono. En el escenario apareció Jorge Drexler en un formato simple y efectivo: batería, bajo, guitarra y voz. El ganador del Oscar, cantó sus temas clásicos y anunció que esa presentación sería una de las últimas antes de concentrarse en la grabación de su próximo disco que saldrá en el mes de diciembre.

Desde la zona VIP, su esposa, la actriz y cantante española, Leonor Watling, observó el espectáculo rodeada de amigas uruguayas.

Gastronomía

El área central del parque de la esculturas de la Fundación, una exquisita colección de obras pertenecientes a artistas de todo el mundo, fue utilizado para instalar la zona gastronómica.

El mundo de los chefs presentó todas sus galas con forma de manjares para los gustos más exigentes. Nada de gastronomía simple, toda producción elaborada y con un concepto razonado para ser defendido ante los paladares.

Chefs reconocidos en Uruguay y argentina como Pablo Massey, Lucía Soria, Jean Paul Narbona, Deborah de Corral y Agustín Mallmann le pusieron distinción a la fiesta.

Fuente: El País.