Dos bailarines coreanos destacan en Romeo y Julieta: Eunsil Kim y Byul Yun cuentan cómo son sus vidas entre Corea y Uruguay.

El Ballet Nacional Sodre es una marca país del Uruguay, pero también un ejemplo de multiculturalidad. Dos de sus más destacados integrantes viene de Corea del Sur, y en estos días se los puede ver en Romeo y Julieta, interpretando papeles de peso con notable solvencia. Ellos son muy distintos en el escenario: Eunsil Kim es una bailarina muy delicada y elegante, que ha desempeñado en el rol de Julieta. Por contrapartida, Byul Yun es una bailarina sumamente potente, que impresiona por su capacidad en giros y saltos.
“Me gusta mucho el rol de Julieta, aunque es difícil. Me exige actuación, y seguir a la vez la musicalidad”, contó a El País Eunsil Kim, quien tuvo como Romeo a Damián Torio, un partenaire con quien, según ella explica, se lleva muy bien, y con quien se comunica en inglés.

“Tenemos físicos compatibles, porque los dos somos flacos y altos, y él tiene mucho control”, dice la bailarina, de aspecto tímido, asegurando que está encantada de trabajar junto a Julio Bocca. “Bocca vino mucho a los ensayos, y conoce bien estos papeles. Él tiene mucha experiencia y eso es importante para mí”, agrega esta jovencita, nacida en Seúl en 1996.

La artista inició su carrera en 2009, y destacó en el concurso International Ballet Competition en Hong Kong, donde ganó una medalla de oro, acompañada de una beca para la John Cranko Ballet School, de Stuttgart (Alemania), donde se graduó en 2016. “Cuando estuve en Alemania me sentía un poco sola, pero acá no me pasa, me siento feliz. Porque Alemania es como más gris, y entonces yo no sabía mucho inglés. Ahora lo hablo mejor, y acá me siento con más amigos”, confiesa la artista. «Entonces volví a Corea, y cuando llegué mi maestro coreano me contó que Bocca estaba dando un taller. Y yo fui, sin pensar que era una posible audición: solo a tomar la clase. Y luego de la clase, Bocca vino y me habló de la compañía, y me sugirió que podría integrarme”, recuerda.

También en Byul Yun (Daejeon, 1994) vio Bocca un futuro gran bailarín. “Me vio haciendo una variación de Don Quijote, y se interesó. Luego se acercó y me habló de la compañía, y la propuesta me encantó. Antes de venir no conocía nada de Uruguay, solo Luis Suárez. No sabía ni que había una compañía de ballet. Pero al llegar noté que el nivel era muy alto, y me gustó mucho el público, por lo cálido de es”, afirma este joven con complexión atlética.

Byul Yun llegó al mundo ballet casi por casualidad. No es de una familia de bailarines: sus padres son dibujantes. Y una vez, muchos años atrás, su padre vio una película sobre Baryshnikov, y decidió ser bailarín. “Pero cuando fue a tomar clases, le dijeron que era demasiado gordo, y desistió. Y pensó que si algún día tenía un hijo lo inscribiría en clases de ballet. Por eso cuando yo tuve cinco años, me anotó en una escuela de ballet”, cuenta este joven, cuya llegada a Uruguay también le implicó pasar al mundo profesional. Porque en su país estaba muy centrado en la técnica, y acá tuvo que empezar a trabajar más sus emociones.

“En Corea las competiciones son muy importantes, especialmente para los varones, porque allá existe el servicio militar obligatorio, y si ganás muchas competencias, quedás eximido de hacerlo”, indica el bailarín, que mañana hará el rol de Benvolio en Romeo y Julieta, en la última función del espectáculo “Me gusta hacer ese personaje: además, es el único que sobrevive del grupo, porque tanto Romeo como Mercucio mueren”, puntualiza entre risas.

Venirse al otro lado del mundo implicó mil cambios. Para el bailarín, todo es nuevo, empezando por el idioma. También le llama la atención la presencia de la naturaleza en la ciudad. “Porque Seúl es una ciudad altamente urbanizada, y acá disfruto mucho la vista al río, los paisajes, eso es lo que más me llama la atención. Allá la cantidad de edificios que hay impiden esas vistas. Es otro tamaño de ciudad”, explica.

En la dieta el cambio también se hizo sentir, aunque ellos aprovechan los restaurantes coreanos de Montevideo para no sentir tanto la distancia. Incluso en alguno de ellos, el dueño les da también comida para que se lleven a sus casas. Allí consiguen también la bebida, el Soju, un alcohol de arroz que toman solo, o lo mezclan con cerveza. Aunque a Byul el asado le encanta, y asegura que acá la carne de vaca es buena y barata.

Eunsil Kim buscó vivienda algo alejada del Sodre, para no vivir cerca del trabajo. Hoy es una vecina más del Parque Rodó, donde se la puede ver pasear a su perro: “No imaginaba que la gente iba a ser tan amable. Antes de llegar los dos pensábamos que América Latina era muy peligrosa. Pero nos sorprendió lo tranquilo y seguro que es Uruguay. Me gusta la gente de acá”.

Fuente: El País