El destino es inexplicable: 16 años y un día después de que el corredor urugayos Gonzalo Rodríguez falleciera, en el mismo circuito el coloniense se coronó campeón tras finalizar segundo en Laguna Seca.

Santiago Urrutia finalizó en el segundo lugar la penúltima carrera de la temporada del campeonato Pro Mazda en el circuito de Laguna Seca. La competencia comenzó de forma accidentada, transcurriendo las primeras vueltas con auto de seguridad en pista. Tras el relanzamiento, Urrutia se mantuvo segundo hasta el final. El abandono de Neil Alberico, su principal rival por el título, en la curva del sacacorchos (donde se accidentó Gonchi Rodríguez), motivó que el piloto uruguayo asegurara el título en forma anticipada.

El largo camino al título

Pero la historia del título de Santiago Urrutia, es larga. Pocos imaginaron en el mes de marzo esta realidad, cuando Santiago Urrutia Lausarot (18) había tomado la decisión de proseguir su carrera deportiva en los Estados Unidos, pero había perdido la oportunidad de participar en las pruebas de invierno (febrero) producto de la enorme incertidumbre que se cernía sobre su patrocinio. La invitación en febrero de la cadena FoxSports a la primera edición del Drivers Challenge en Cancún, un desafío para pilotos de varios países latinoamericanos, abrió puertas inesperadas. La destacada actuación de Santiago sobre un kart llamó tanto la atención lo que llevó a que uno de sus colegas más veteranos en el mencionado desafío se acercara al joven oriundo de Miguelete con intenciones que afectarían de forma positiva su futuro inmediato. Eliseo Salazar, único piloto chileno que llegó a la Fórmula, y rápidamente se manifestó interesado en potenciar la carrera de Urrutia en los Estados Unidos como su manager. Cuando en Chile, le cuestionaron por qué no impulsaba a pilotos de su nacionalidad, no dudó en manifestar que lo hará “cuando aparezca uno que tenga el talento, la edad y sobre todo las ganas de sacrificarse por llegar”.

El camino a la Indy

Con escaso tiempo y elevada incertidumbre sobre los recursos económicos disponibles, la recién creada dupla tuvo que enfrentar su primera gran decisión: en qué categoría participar y en qué equipo recalar. Una rápida llamada al Andretti Motorsport, uno de los grandes referentes del automovilismo norteamericano, sirvió para saber que la renovada Indy Lights estaba fuera de alcance y debería esperar. Sirvió también para delinear el futuro pensando más que en una categoría, en un programa de desarrollo de pilotos. “Mazda Road To Indy” (el camino de Mazda hacia la Indy) es la denominación que automotriz japonesa da a su programa de desarrollo de pilotos en los Estados Unidos, con el fin de impulsar jóvenes talentos a través de categorías fuertemente sponsoreadas por dicha empresa: la USF2000, continúan en la Pro Mazda, y finalizan en la Indy Lights. Los campeones de cada una de ellas reciben un premio que les permite acercarse al presupuesto requerido para subir al peldaño siguiente.

La altura del desafío

Las 16 fechas que compusieron el torneo enfrentaron a Urrutia a un enorme desafío: adaptarse a un nuevo país, a un nuevo equipo tras decidirse por el Pelfrey, a un nuevo auto y especialmente a nuevos circuitos que incluyeron callejeros y óvalos. La percepción previa, compartida por muchos, de que Urrutia estaba sobre capacitado para enfrentarlo duró poco, pese a que los buenos resultados no tardaron en llegar. El nivel conductivo de la Pro Mazda no era el de la GP3 Series, pero tampoco se trataba de un lugar exclusivo para pilotos mayores (que compiten en la clase experto) con sanas intenciones de divertirse. En lo previo, tres victorias (NOLA Motorsport, Indy Speedway, Mid-Ohio) y varios podios marcaron una temporada sumamente regular y pusieron a Urrutia al frente del campeonato, con 29 puntos de ventaja antes de esta gran definición en Laguna Seca, California. Fue en el mismo escenario donde, hace 16 años y un día, su gran ídolo Gonzalo Rodríguez pasó a la eternidad.

Fuente: El Observador