Pablo Atchugarry, director de la Fundación Atchugarry: “Ser socios de la marca Uruguay Natural es como vestir la Celeste”

¿Qué representa para la Fundación Atchugarry la asociación con la marca Uruguay Natural?
Para mi es una alegría y tal como dije en el momento de la firma, es un poco como vestir la Celeste, porque implica mucha responsabilidad, sobre todo para los que estamos fuera del país. Llevar dignamente la bandera, los ideales, los valores del Uruguay, es toda una responsabilidad. Hace más de 35 años que estoy en Italia pero de alguna manera siempre me reconocen como un artista uruguayo, y eso no es casualidad porque yo siempre he reiterado lo que es el sentirse uruguayo.

¿Se considera un embajador ad honorem de Uruguay?
Si porque cada exposición, como la última, realizada en Roma y que estará hasta el 7 de febrero y por suerte fue muy visitada, la considero como una manera de establecer puentes, para que se conozcan nuestros valores y nuestras individualidades. O sea que de alguna manera estamos hablando del país. Creo que este tipo de cosas son muy importantes, por eso debemos continuar en ese camino, con la idea del puente por delante.

¿Cómo es la idea del puente cultural?
Tenemos que establecer puentes con el resto del mundo. Los puentes culturales son muy férreos, muy fuertes. De hecho, cuando los extranjeros visitan la Fundación lo que manifiestas es que les gusta mucho el Uruguay. El país seduce, el concepto de “natural”, nuestra gente, nuestro estilo de vida, son cosas que sienten los extranjeros. La amabilidad de la gente para, por ejemplo indicarle a un extranjero por dónde debe ir para llegar a algún lugar, es propio de nuestro estilo de vida y habla de valores que en otras grandes ciudades se pierden. Nosotros tenemos que tratar de incentivar esos valores, junto con el concepto de tolerancia de todo tipo.

¿Qué más hace falta?
No debemos conformarnos con lo que ya tenemos o lo que ya somos. El camino es siempre en subida y hay que hacer un esfuerzo grande para recorrer esa subida. Creo que debemos incentivar más y dar más relieve a las cosas positivas que suceden, como por ejemplo la muestra de Joaquín Torres García en el MOMA de Nueva York. Son cosas a destacar y todos tenemos que sentirnos orgullosos porque son fortalezas. Nosotros por ejemplo ahora hicimos un catálogo con la colección completa de la Fundación y fue lanzado en una exposición en Italia y ahora va a Torino. De alguna manera la colección de la Fundación se está haciendo conocer y nuestros artistas se empiezan a conocer afuera. En ese sentido hay infinidad de terreno para recorrer.

¿Cómo la definiría la colección de la Fundación?
Es una colección internacional, con obras de artistas de Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Venezuela, Estados Unidos, Italia, Francia, España, y Alemania. Es realmente una colección internacional que persigue la idea de ser un verdadero puente porque ese catálogo gira y se empiezan a conocer los artistas del sur en el norte y en el este y el oeste. Se trata de integración y creo que para el país es muy importante la integración que pueda lograr en todos los sentidos. Por eso volviendo a lo que nos hace falta, creo que debemos alcanzar más integración, fortalecer los valores y la educación que es fundamental.

¿Qué rol cumplen en ese sentido?
El cometido de la Fundación es concretar encuentros con jóvenes, el próximo va a ser el de Jóvenes Creadores que hacemos cada dos años y vamos por el quinto Encuentro. Esta tarea coincidió con la creación del bachillerato artístico en los liceos. Empezamos a caminar juntos y mantenemos un vínculo muy interesante porque llegan a la Fundación chicos seleccionados por Secundaria, uno de cada departamento del país y varios por Montevideo, y vienen con sus profesores. También invitamos a artistas para que participen de este encuentro que se prolonga por tres jornadas en las cuales ellos hacen un trabajo en la Fundación y después esos trabajos se exponen. Estos chicos que tienen una inclinación por el arte logran sentir en un momento que pueden ser artistas, que están ejecutando obras que después serán expuestas en sus departamentos y también en la Fundación, igual que artistas muy prestigiosos que tienen o tuvieron obra expuesta.

¿Se vislumbran nuevos valores en esos encuentros?
Sí sí, muchísimos. Además está el hecho de que esos chicos que no se conocen entre si porque vienen de departamentos y de liceos distintos, se sienten como un grupo durante tres días intensos en los que se hacen recorridos puntuales y se trabaja de forma intensa. También vienen escuelas primarias y secundarias durante todo el año, e invitamos a aristas para que les den su visión y que trabajen juntos. En un espacio contenedor como es la Fundación, donde todo está pensado para la difusión y para el deleite del arte, educar a los chicos es fortalecer una unidad de valores.

El trabajo en torno a la Fundación lleva ya nueve años. ¿Se puede decir que en este tiempo alcanzó el desarrollo esperado?
Fue un desarrollo en etapas, primero fue el Parque de Esculturas, después un edificio para exposiciones temporarias en las cuales han expuesto desde Le Corbusier hasta artistas jóvenes uruguayos que por primera vez muestran su obra. Estamos muy abiertos a dar oportunidades a quien no está muy insertado en el circuito comercial, y también hay muchos artistas que han realizado obra específicamente para el lugar, pensando en el lugar y en relación con la naturaleza como Verónica Vázquez; Octavio “Toto” Podestá; al querido amigo Enrique Broglia hoy desaparecido físicamente pero con las obras que había hecho para el parque muy presentes; Miguel Battegazzore; una cantidad de artistas y creadores que fuimos forjando e incorporando dentro de la Fundación. Me gusta decir que la Fundación es un gran contendor con una gran coralidad, es un punto de encuentro entre artistas y público en general, por eso también hacemos los encuentros musicales. Todo lo que pasa en la Fundación es con entrada gratuita, un aspecto que me parece fundamental porque no queremos un obstáculo ni una barrera económica. La gente viene varias veces a la Fundación, traen a sus nietos, a sus hijos, a sus abuelos. Viene mucha más gente en verano pero está abierta todo el año y recibimos visitas todo el año. Es un mojón porque aunque el invierno sea crudo, la Fundación está siempre abierta, es un esfuerzo grande pero logramos nuestros objetivos porque hay mucho amor, mucho esfuerzo y mucho cuidado puesto en ella. Por ejemplo ahora recuperamos un mural de mosaicos de Miguel Ángel Pareja de los años 1950 al que le adosamos un muro.

¿O sea que otra función de la Fundación es dar visibilidad a obras de artistas que ya no están?
Se recuperan obras por supuesto. Tendemos siempre a recuperar a nuestros creadores e intercambiar con los nuevos creadores que cuando llegan a la Fundación no pueden creer lo que ven. Hay un escultor alemán que vino a donar una obra porque aseguró que no existe un parque así en Europa.

¿Comparte esa percepción? ¿No hay un lugar así en Europa?
Los hay diferentes. Nosotros recorremos muchas fundaciones en Francia, la Fundación Miró en Barcelona, fundaciones en Dinamarca, pero el tema es que el entorno y la idea de diálogo y de energía que tiene nuestra Fundación es muy particular. Llegaron los otros días dos escultores argentinos, Papeleo y Tassino y ahora con ellos vamos a realizar dos esculturas monumentales enfocadas hacia lo que se conoce como “Arte Sonoro” y está dirigido a los no videntes quienes a través del sonido pueden percibir ecos y con eso darse cuenta de las dimensiones y demás. Esa experiencia la vamos a hacer también durante el encuentro con los jóvenes creadores, porque el arte también tiene que tocar todos los puntos de la sociedad.

¿Qué opina del éxito de la muestra de Torres García en el MOMA?
Es un gran reconocimiento y un acto de justicia hacia ese gran personaje a más de 60 años de su muerte. Todos de alguna manera nos sentimos identificados, porque permite ver que el mundo se está acordando de nuestros creadores. Nosotros como Fundación apoyamos esa exposición a solicitud del MOMA y fue muy interesante porque refuerza ese sentido de puente que hoy comentaba. Aquí está el ombligo pero conectando con instituciones de todo tipo.

¿Qué balance hace de la experiencia en la Expo Milán?
Fue fantástico. Primero me pareció muy interesante que Uruguay pudiera estar presente en un evento universal con un stand propio. Eso le dio una calidad de presencia muy importante al país. Por suerte estuvo la posibilidad de exponer la obra “La vida después dela vida”, una escultura en olivo que ahora está presente en la Fundación y la idea es que quede acá aunque se trata de una obra que tiene que estar al interior. Fue un mojón importante porque era un olivo de 800 años que venía de la Puglia en el sur de Italia e iba hacia el norte y se secó en el trasplante. Cuando lo vi en el vivero pensé que era fundamental hacerlo perdurar, que no termine su ciclo vital y a través del arte transformarlo, en una escultura. De ahí “La vida después de la vida”. Y eso es también lo que pasa con la cultura: la impulsan determinadas personas pero es como una posta, ese legado lo tenemos que tomar y proyectarlo hacia las futuras generaciones. Y lo mismo con la naturaleza. La naturaleza no es nuestra. A veces no nos damos cuenta que somos parte del ciclo de la naturaleza, a veces el hombre se siente por arriba y no tiene en cuenta este ciclo vital. Creo que Uruguay, gracias a nuestro gran territorio, pequeño y poco poblado, es una buena manera de rencontrase con la naturaleza.

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