Los feminismos volvieron a demostrar su capacidad movilizadora al marchar en defensa de los derechos conquistados y contra la violencia machista.

La convocatoria a marchar estaba establecida a las 18.00, pero dos horas antes la plaza Libertad ya estaba repleta de mujeres de todas las edades que leían, escribían, cantaban, tocaban instrumentos, pintaban carteles o simplemente disfrutaban del encuentro. La felicidad que se palpitaba en el cruce entre unas y otras tenía que ver con la fecha, 8M, Día Internacional de la Mujer, pero también con la tranquilidad de sentirse juntas y seguras en un espacio que siempre reivindican como libre de acoso y de todo tipo de violencia. “Las calles son nuestras”, repetían, y eso es un montón en una ciudad que solemos transitar con nervios o miedo.

El color violeta dominaba la escena: estaba presente en pañuelos atados a puños y cuellos, pero también en vinchas, remeras, pancartas, mochilas y carteras. Muchas de ellas, en especial las más jóvenes, brillaban con glitter de todos colores en labios, mejillas, párpados y hasta en las uñas.

En los distintos rincones de la plaza, niñas, adolescentes y mujeres de distintos barrios, orígenes étnico-raciales, profesiones, orientaciones sexuales y organizaciones se dedicaban a lo suyo. Había artistas, murguistas, sindicalistas, afrofeministas, maestras, estudiantes, trans. Pero en la diversidad el grito era colectivo: en defensa de los derechos de mujeres y disidencias en todos los ámbitos de la vida.

Florencia y Sofía colgaban de un hilo sisal los carteles con los rostros de jóvenes desaparecidas en el último tiempo y una pregunta que interpela a cada vez: “¿Dónde están?”. La iniciativa, del colectivo Encuentro de Feministas Diversas, buscaba imponer la presencia de la ausencia.

A unos metros, el bloque antirracista se organizaba para lo que iba a ser su primera participación pública como plataforma. La previa de las mujeres afro incluía sobre todo el ensayo de la batea percutiva que repetirían durante la marcha con los instrumentos caseros que construyeron en las últimas semanas. “Sigo viva aunque me mates, sigo firme aunque me violes, sigo entera aunque me hieras, tengo voz, voz, voz, ¿y vos?”, cantaban. “Somos voz antirracista, compañera feminista, repudiamos lo machista”, decía la letra, que fue escrita por la compositora Chabela Ramírez. En las remeras, que resaltaban en colores amarillo y naranja, advertía: “Bloque antirracista. Resistencia afrofeminista”.

“Estamos emocionadas y expectantes”, dijeron después del último ensayo Fernanda y Natalia, voceras del bloque antirracista, a la diaria. Las activistas aseguraron que la convocatoria tuvo “mucho más respuesta” de la que esperaban y resaltaron que su manifiesto incluía también a las mujeres migrantes y a las indígenas.

Cuando la batea terminó, el foco sonoro se movió al centro de la plaza, donde todo era –literalmente– carnaval. Allí las mujeres del Encuentro de Murguistas Feministas bailaban al ritmo de bombos y platillos, con la consigna: “Sin mujeres no hay carnaval”.

Con una consigna muy parecida se manifestaban del lado de enfrente de la plaza las docentes y funcionarias de la educación, que antes de marchar llamaron en su proclama a “defender la educación pública como espacio de memoria, resistencia y creación” frente “al avance fascista”. “Sin mujeres no hay educación”, decían sus pañuelos violetas, que también mostraron cuando se organizaron para hacer la performance del colectivo chileno Lastesis, “El violador eres tú”.

La marcha empezó su recorrido exactamente a las 18.00, como estaba previsto, liderada por la Coordinadora de Feminismos, y con un cartel que llamaba a la “huelga feminista”, una medida a la que adhirió la mayoría de los colectivos movilizados. “Ni una agresión sin respuesta; frente a los fascismos, acción directa”, cantaban las mujeres mientras daban los primeros pasos. Ese llamado, que en los últimos #8M surgió como advertencia ante el avance de grupos antiderechos en distintos países de América Latina, esta vez fue dedicado a la realidad nacional.

Ninguno de los cantos fue dirigido específicamente al nuevo gobierno, pero muchos carteles hacían alusión a dichos, comentarios o anuncios de algunos de sus representantes, como los que referían a la frase “Se acabó el recreo”, atribuida a representantes de Cabildo Abierto. “Se acabó el recreo machista” y “El único recreo que se acaba es el del patriarcado” fueron algunos. A pesar del fuerte operativo policial dispuesto, que generaba una tensión discordante con lo pacifico de la marcha, no hubo ningún conflicto.

Las frases más presentes entre los brazos alzados de las manifestantes fueron las vinculadas a los femicidios, los abusos sexuales y la violencia de género en general, algo que no llama la atención en un país en que 76,7% de las mujeres aseguran haber vivido situaciones de violencia en algún momento de su vida, según la Segunda Encuesta Nacional sobre Violencia Basada en Género, realizada en 2019. “¿Por qué te escandalizás por las que luchan y no por las que mueren?”, “No es no” o “Nunca tendrán la comodidad de nuestro silencio otra vez”, gritaban algunas pancartas.

“Feliz va a ser el día que no falte ninguna” fue otra de las consignas repetidas y tuvo un impacto especial cuando, al mismo tiempo que las mujeres comenzaban a desbordar la principal avenida de Montevideo, trascendió la noticia de que la Policía encontró el cuerpo de la mujer de 65 años que estaba desaparecida desde el jueves en Maldonado. “Ni una muerte más, ni una mujer menos”, cantaban.

La movilización fue una de las más multitudinarias de los últimos tres años y transcurrió de manera pacífica, entre el ritmo de los bombos, los cánticos, los puños en alto y los abrazos. Cuando el recorrido llegó al punto final –la explanada de la Universidad de la República–, distintos colectivos realizaron intervenciones artísticas y leyeron sus proclamas.

El repudio a todas las formas de violencia machista, el reclamo contra una Justicia “misógina” y “patriarcal” y la defensa de los derechos adquiridos en los últimos años, como el aborto, fueron algunas de las cuestiones que aparecieron en todos los textos. Desde los distintos espacios, las mujeres también reivindicaron la libertad: la de caminar las calles sin miedo, la de gozar la sexualidad sin ser juzgadas, la de elegir los vínculos afectivos y la de decidir si ser o no madres. En resumen, un llamado a “despatriarcalizar la vida”.

Fuente: La Diaria