La revista Pro Universitarios entrevistó a Ramón Méndez, artífice del cambio de la matriz energética de Uruguay y actual Director de Planificación de la Intendencia de Montevideo.

Ramón Méndez es Licenciado y Doctor en Ciencias Físicas de las Universidades de Grenoble, Francia y La Plata, Argentina. En 2016, fue nombrado entre los 50 líderes mundiales más importantes para la revista Fortune. Su visión lo llevó a pensar el tema de la energía desde nuevas perspectivas y obtener resultados tan novedosos como inesperados. El ex Director Nacional de Energía comenzó a interesarse por encontrarle una solución al desafío energético en Uruguay durante la primera presidencia de Tabaré Vazquez y logró un cambio de paradigma poco frecuente en la historia del país, por su impacto, sostenibilidad y repercusión.

En esta entrevista, el actual Director de Planificación de la Intendencia de Montevideo habla acerca de los efectos del nuevo modelo energético uruguayo, la relación entre reducción de costos energéticos y tarifas públicas, la relevancia de la investigación en temas de energía y el retiro de EEUU del Acuerdo de París en contra del cambio climático.

Mediados de la primera década del nuevo milenio. En esa época Uruguay estaba atravesando lo que se denominaba “la crisis energética”, un período marcado por los cortes frecuentes de luz y la necesidad del Estado de importar energía de otros países, lo que ocasionaba un gasto im¬portante para el país. El desafío era encontrar una solu¬ción que sacara a Uruguay de esta situación. “Por aquel entonces se discutían soluciones mágicas”, comenta Ra¬món. “Y entonces se empezó a hablar de la energía nu¬clear como opción. A mí me pareció que quizás no había mucha información en el país al respecto. Yo en aquel mo¬mento era Director del Instituto de Física de la Facultad de Ingeniería de la Udelar y pensé que podía contribuir a discutir el tema. Así fue que generé una serie de deba-tes, traje expertos de Argentina y Brasil, pero sobre todo, me puse a estudiar y entender lo que sucedía”.
“Ahí me di cuenta de que no existen las soluciones mágicas en el sec¬tor energético y que no tenía sentido hablar de una solu¬ción energética en particular porque la energía es un tema multidimensional. Cualquier frase que empiece diciendo ‘la solución al problema energético es…’ no importa cómo siga porque seguro está mal”.

PLAN NACIONAL DE ENERGÍA
Durante aquellos años, la ANNI estaba preparando el Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (PENCTI) y Ramón fue contratado para escribir el capí¬tulo sobre energía. Si bien el objetivo era desarrollar un capítulo sobre ciencia y tecnología para la energía, lo que terminó escribiendo fue un plan nacional de energía. Por aquel entonces, el actual intendente de Montevideo, Da¬niel Martínez, estaba dejando su cargo como Presidente de ANCAP para asumir como Ministro de Industria y fue justamente Martínez quien confió en Ramón para que se pusiera al frente de la Dirección Nacional de Energía. “Cuando llegué la Dirección de Energía era prácticamente inexistente. Había dos personas trabajando en planifica¬ción energética y estaba integrada por más administra¬tivos que técnicos. A partir del año 2005 esta dirección había comenzado un proceso interesante, pero tenía un equipo muy reducido. Cuando ingresé lo que intenté ha¬cer fue un cambio de paradigma. El tema de la energía en el mundo está totalmente abierto. Hay muchas dudas acerca de cuál es el camino a seguir. Y eso depende de si se priorizan ciertos aspectos, como el precio, la protección ambiental o el impacto social. En función de cómo uno responda a eso, surgen soluciones completamente dife¬rentes. Por ejemplo, Estados Unidos está optando desde hace años por el shale oil o petróleo de esquistos y eso reduce costos, pero tiene impactos ambientales muy im¬portantes. En otros lugares del mundo se está intentan¬do contemplar el cambio climático y avanzar hacia las energías renovables. En nuestro caso, tuvimos suerte en lograr -a partir de la reflexión- una nueva mirada en el sector energético que permitió generar transformaciones extraordinariamente rápidas”.

Las transformaciones a las que hace referencia el Director de Planificación de la IM son reales. En poco tiempo, se consiguieron más de 7.000 millones de dólares de inver¬sión, más del doble del monto invertido por las pasteras actualmente en el país. Se generaron 50.000 puestos de tra¬bajo y capacidades que en el país no existían.
“Hoy tenemos empresas uruguayas que están exportando lo que apren¬dieron a hacer aquí. Cuando Argentina se encaminó hacia las energías renovables, muchas compañías de nuestro país compitieron, algunas de ellas exitosamente, para hacer en ese país lo que habían hecho previamente en Uruguay”.

20 AÑOS PARA ADELANTE
Para Ramón, uno de los principales cometidos de ser un investigador es poder enfrentarse a problemas novedosos y encontrar soluciones originales. Particularmente, en lo que refiere a su participación en el tema energético, bus¬có desarrollar estrategias que se pudieran sostener en el tiempo y fueran capaces de lograr cambios sustanciales. “Lo primero fue desarrollar un plan a largo plazo. El sector energético es un sector que mueve mucho dinero y que las inversiones que se hacen se repagan a largo plazo, no du¬rante un período de gobierno. Y algo central es mantener las políticas que son llevadas adelante. En aquel entonces las políticas venían muy erráticas; no se había terminado de definir si eran actores públicos o privados los que iban a llevar adelante el sector. Se había iniciado un camino de privatización que en realidad era colocar en el mercado la responsabilidad de resolver el tema energético, con lo cual lo único que se lograba era optimizar costos, pero no todas las otras miradas que implica el sector energético. Entonces, lo primero que hicimos fue generar una mirada a largo plazo, pensando en los siguientes 20 años del país”.
En el año 2008, el gobierno se puso como objetivo ge¬nerar metas de cara al Uruguay de 2030 y otras a corto plazo, pensando en el año 2015. En 2010 esa política energética fue aceptada por todos los partidos políticos. “Todo eso marcó el rumbo con mucha claridad y de esta forma se logró que en un mundo lleno de incertidum¬bres en lo que refiere al tema energético, hubiera una gran cantidad de interesados en invertir en Uruguay. En aquel momento, cuando tomamos ese camino, las revis¬tas de energía del mundo, la banca internacional, el BID, el Banco Mundial y la Agencia Internacional de Energía decían que el camino de Uruguay no podía funcionar porque no seguía los paradigmas típicos que había que seguir. 5 o 6 años después todos esos organismos coloca¬ron a Uruguay como el ejemplo paradigmático a imitar. Fue un ejemplo novedoso y fue llevado adelante un poco de acuerdo a lo que es Uruguay en cuanto a políticas pú¬blicas. Si bien hubo una importante inversión privada, el control de todo lo tiene el Estado”.
“Hay 3.000 millones de dólares de inversión en energías renovables y muchos de los dueños de los parques tanto eólicos como fotovol¬taicos como de biomasa son entidades privadas, pero la energía desde el momento en que se produce es propie-dad de la UTE. El sector privado no tiene ninguna capa¬cidad de imponer algún tipo de control sobre el sector porque lo que vende sólo puede venderlo a la red de UTE, no a un tercero. Hicimos muchos acuerdos con privados, pero quien define la política es el Poder Ejecutivo”.

REDUCCIÓN DE COSTOS ENERGÉTICOS
Con la puesta en marcha del nuevo plan de energía, el país logró reducir los costos energéticos de forma drástica, pasan¬do de 1000 millones de dólares anuales a 500 millones. Esta diferencia se nota mucho más en años secos, ya que anterior¬mente los costos de producción rondaban los 2000 millones de dólares y con el nuevo sistema, se requieren 700 millones. “Esto fue posible gracias a algo que estaba escrito, pero que no habíamos implementado y es la complementariedad en¬tre energía hidráulica y energía eólica. Cuando no hay vien¬to, se recurre al agua y cuando se utiliza el viento, se guarda energía en forma de agua. En lugar de aumentar la depen¬dencia climática, esto permite disminuirla enormemente”.
Expertos de Dinamarca, Alemania y Portugal, entre otros países, colaboraron con profesionales uruguayos de dife¬rentes áreas e instituciones en el desarrollo de este modelo que llevó varios años y permitió esa importante reducción de costos del Estado en energía. “Una parte de esa reduc¬ción fue a parar a las tarifas y otra fue a parar a rentas ge¬nerales”, comenta Ramón.
“Varios cientos de millones de dólares por año van a parar de UTE al dueño de la empre¬sa, o sea, el Estado uruguayo. Esto no tiene nada de malo, y pone sobre la mesa una decisión que tiene que ver con la política macroeconómica -no con la política energética- y es si preferimos bajar las tarifas o hacer caja en el Estado para todas las políticas públicas que tiene que desarrollar el país”.
“El sector energético en Uruguay representa entre el 10% y el 15% del PBI. Se pueden llevar adelante muchas políticas con esa cantidad de dinero. Entonces, con peque¬ñas decisiones, es posible contribuir a la inclusión social. Pero ésa no es una decisión que tenga que ver con la políti¬ca energética. La política energética lo que hizo fue reducir los costos y el riesgo climático, generando puestos de tra¬bajo, conocimiento y transferencia de tecnología. Además, la actual política energética logró aumentar la soberanía del país, ya que tenemos una matriz que es prácticamente autóctona y se basa en recursos naturales’’.

RELACIÓN CON LA INVESTIGACIÓN Y LA UNIVERSIDAD
Luego del ingreso de Ramón Méndez como titular de la Dirección Nacional de Energía, esta división pasó de tener un equipo muy reducido a 50 técnicos, egresados de 14 carreras diferentes.
“Pasamos a tener ingenieros de todas las formaciones, economistas, químicos, estadísticos, po¬litólogos, contadores, comunicadores y arquitectos. Hubo un enfoque mutidisciplinario acorde a un tema multidi¬mensional como es la energía”.
“Esto exigió un incremento del conocimiento original, lo que implicó convenios con la Udelar en muchos temas, pero también generar cono-cimiento que no existía en el país. Dentro de la ANII, crea¬mos el Fondo Sectorial de Energía, que en sus comienzos contaba con 2 millones de dólares por año para financiar la investigación al servicio de las políticas públicas. Esto incluyó varios temas; desde los vínculos entre energía y pobreza, temas ambientales relacionados con el sector energético, formación de recursos humanos e incluso generación de conocimiento para hacer en Uruguay una celda fotovoltaica, lo que implica investigación física del más alto nivel conceptual”.
Particularmente, en la Facultad de Ingeniería de la Udelar este nuevo proceso no sólo tuvo que ver con investiga¬ción y colaboración académica, sino con la creación de una nueva carrera de posgrado: Ingeniería de la Energía, donde Ramón da el curso introductorio. “Todos los años tenemos entre 25 y 30 alumnos. Este tema llama la aten¬ción de estudiantes y de jóvenes en general, que ven que por ese lado puede haber cosas interesantes para hacer”.

TRUMP Y EL RETIRO DE EEUU DEL ACUERDO DE PARÍS
A mediados del año pasado, el gobierno de Estados Uni¬dos anunciaba que se retiraba del Acuerdo de París contra el cambio climático. En su momento, Ramón fue entre¬vistado por diferentes medios al respecto y fue crítico con esta decisión. Hoy lo sigue siendo.
“Cada vez queda más claro que la presidencia de Donald Trump va a ser una catástrofe para los Estados Unidos”… “El mundo sigue adelante con la lucha contra el cambio climático”.
“El resto de los países mundiales, empezando por los otros países petroleros que tienen una matriz productiva muy emisora de gases de efecto invernadero, se dieron cuenta que no hay salida. Y además, comienzan a aparecer una cantidad de posibilidades interesantes de nuevos nego¬cios que dan lugar a una nueva economía, que ya existe. El ejemplo de Uruguay es paradigmático. Nosotros no sub¬sidiamos nada. Simplemente generamos las condiciones para que se impusiera un mercado nuevo y nuevos mode¬los de negocio pudieran prosperar. Esto ya está. El mun¬do va para ese lado. Entonces, Trump, al retirar a Estados Unidos del acuerdo climático va a impedir que empresas norteamericanas vayan hacia esa nueva economía, que¬dándose enquilosadas en una economía en la que no van a tener más posibilidades de competir internacionalmen¬te. Cuando Trump salió en contra del Acuerdo de París mencionó a Pittsburgh, donde están la industria del acero y el carbón y donde también están sus votos. El decía: “yo tengo que pensar en los habitantes de Pittsburgh y no en los habitantes de París”, pero en realidad el cambio climá¬tico afecta a los habitantes de todo el mundo. Éste es un camino que le hace mal a Estados Unidos. Ni siquiera se trata de poner lo económico sobre lo ambiental. Lo que se está haciendo es pensar exclusivamente en el corto plazo”.

Fuente: Pro Universitarios

Foto: © PRO Universitarios – Fabián Bia