Frida Kahlo, Botero y Diego Rivera destacan en nueva muestra internacional en el MNAV

Hay una máxima del mundo de hoy con la cual es difícil no estar de acuerdo: las imágenes nos bombardean, miremos a donde miremos. Están ahí, pero es tal el bullicio, que hasta terminan por pasar desapercibidas y no hay diálogo con ellas. A Carlos Arturo Fernández Uribe, curador de SURA en Colombia, le gusta pensar que las exposiciones permiten entablar ese diálogo con el mundo visual, pero para eso considera importante esperar a que la obra hable. “Suena romántico, pero cualquier persona que tiene la experiencia de volver sobre una obra, percibe que cada vez descubre nuevas estructuras, y que nuevos elementos comienzan a cobrar mayor fuerza”, explicó a El País.

El colombiano pasó casi toda la presentación de prensa de Trilogía: Colombia, México, Uruguay, la exposición que desde el jueves pasado se puede visitar en el Museo Nacional de Artes Visuales, junto a un cuadro de Fernando Botero de la colección SURA de su país. Es un bodegón que juega con las perspectivas en un homenaje a Cézanne, y mirándolo por enésima vez, Fernández Uribe dijo: “Por ejemplo, uno puede ver este cuadro y darse cuenta de que el peso visual está sobre la fruta oscura del centro; a la segunda vez, percibe que otra fruta parece que va a rodar, que la mesa es vertical y que el cuadro, que en primera instancia podría tener profundidad, es esencialmente plano, y que con ese juego, sumado al rojo y el amarillo del fondo, colores que tendemos a ver más cerca, parece que se nos viene encima”.

Lo de las lecturas abiertas, que para el colombiano dependen de que el visitante tenga un espíritu abierto con tranquilidad, para dejarse permear por las obras, también se puede ver en el “Retrato de Isolda Pinedo” que Frida Kahlo pintó en 1929, ya que a los pies de la niña, aparece un autorretrato de la artista en forma de muñeca.

El Botero también lleva a una lectura que lo conecta con la época a la que corresponde. Es, como el resto de los artistas que están en la sala, un artista latino que trabajó en el siglo XX, y la pérdida de profundidad de su obra no fue simplemente eso, sino que representó una ruptura y un cuestionamiento. “Cuando había perspectiva, ¿qué pasaba?”, se pregunta Fernández Uribe, y explica: “la realidad se veía desde un punto de vista, era una perspectiva dogmática, y ya no nos gusta ese dogma. Ahora la mirada de la realidad es relativa”.

Es justamente la relatividad de lo figurativo lo que está expuesto en Trilogía, el arte del siglo XX latinoamericano que rompía —como las vanguardias— con un discurso hegemónico. El diálogo, más allá del que se da con el visitante, también se genera entre las obras expuestas, y tiene que ver con el desarrollo de la figuración a lo largo del siglo pasado, a través de tres colecciones de artistas de países distintos entre las que hay pinturas, dibujos y cerámica.

La curadora Consuelo Fernández, encargada del montaje, llegó a la conclusión de que la mejor forma de agrupar las obras para percibir esos cambios, era en temáticas coloquiales. Así, están las labores tradicionales como la de los charros mexicanos o los gauchos uruguayos: los retratos donde conviven Alberto Fuster y Carlos Federico Sáez, los retratos de personalidades, la sección mística, los cuadros que retratan niños —Kahlo y Diego Rivera se encuentran en esta sección— y los bodegones, y en esas temáticas, se entrelazan piezas del Museo Nacional de Artes Visuales uruguayo, de SURA Colombia, y de SURA México.

Puede que el público llegue a la exposición atraído por nombres populares —es indiscutible el nivel de fama masiva que alcanzó Frida Kahlo en los últimos tiempos, no solo por su obra, sino por las ideas feministas que se imparten a partir de ella—, pero para el director del MNAV, Enrique Aguerre, esta es una posibilidad de ir “más allá de esos grandes nombres, para conocer de cerca la obra de otros artistas, como por ejemplo la de Débora Arango o María Izquierdo, que vienen por primera vez a nuestro país”.

Incluso los curadores se sorprendieron al enfrentarse a estos trabajos, y Consuelo Fernández confesó que quedó encantada con la obra de los uruguayos Petrona Viera y Rafael Barradas. También le llamó la atención encontrar una diferencia en los colores que emplean los artistas de cada país: “Uruguay es más de ocres, tiende mucho a la poca paleta del color, con tonalidades más terrosas”, explicó, y habló de cómo el arte mexicano es igual a “mucho color, olores, sabores”, y que en Colombia, salvo por ese Botero que fue pintado cuando el artista se encontraba en México y absorbe el color de su amigo Rufino Tamayo, también hay menos intensidad de las paletas.

En una tercera escala del diálogo, los curadores creen que también se pueden generar vínculos entre las obras que están cerca, “que cuando un visitante se mueve de un cuadro al otro, algo habla”, dice Fernández Uribe, y Consuelo Fernández añade que para ella es increíble que a pesar de que tienen sus diferencias, de estar en distintos países y de que son artistas que difícilmente se conocieron entre ellos, todos los incluidos en esta muestra “buscaban algo en común”.

La exposición, que antes estuvo en Buenos Aires, en Medellín, Ciudad de México y Tijuana, estará en Montevideo hasta el 10 de junio —se puede visitar de martes a domingo entre las 13.00 y las 20.00— procurando, como remarca Consuelo Fernández, “sacar el arte de las oficinas para difundir a nivel nacional e internacional” estas miradas de renombre.

Los nombres que sobresalen
Entre la variedad de artistas que abarca esta muestra llamada Trilogía, que genera lazos entre el arte uruguayo, el colombiano y el mexicano, hay tres nombres que se destacan por su impacto e historia internacional. Son los de Frida Kahlo, Diego Rivera y Fernando Botero (en las fotos, en ese orden), que dicen presente con obras que no necesariamente tienen que ver con sus características más conocidas (sobre todo Botero, del que hay una naturaleza muerta en colores vivos), pero que vale la pena ver.

Los detalles de una muestra que hay que ver
La exposición Trilogía: Colombia, México, Uruguay, que combina obras de las colecciones de SURA y del Museo Nacional de Artes Visuales, inauguró el jueves pasado y se quedará hasta el 10 de junio; y se la puede visitar de martes a domingos, de 13.00 a 20.00, siempre con entrada libre.

En la exposición, hay obras de los uruguayos Rafael Barradas, Juan Manuel Blanes, Pedro Figari, Leonilda González, Carlos María Herrera, Lola Lecour, Hilda López, Carlos Federico Sáez, Joaquín Torres García y Petrona Viera. Y además, hay decenas de trabajos de artistas mexicanos y colombianos, y además de Frida Kahlo, Diego Rivera y Fernando Botero, destacan David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamayo, Alejandro Obregón y Enrique Grau, entre tantos otros.

Fuente: El País