El impulsor y principal responsable de la diversificación energética que alcanzó Uruguay – y hombre destacado entre los 50 más poderosos del año por la revista Fortune-, el paso que dará nuestro país con la creación de una política nacional consensuada en términos de cambio climático, es natural luego de la construcción de una política energética que dio resultado y puso a Uruguay como ejemplo a nivel mundial. Ahora el objetivo es abordar de forma sistemática los temas vinculados al cambio climático para que el país también lidere en éste ámbito. En la siguiente entrevista Méndez repasa el proceso realizado y anuncia cuáles son los objetivos que se buscan en esta nueva etapa.

¿Lo sorprende la sorpresa mundial ante los logros alcanzados por Uruguay en cuanto al uso de energías renovables?

Lo destacable es que en un contexto en que el mundo está luchando contra el cambio climático a partir del Acuerdo de París, y cuando el objetivo a largo plazo es ir hacia la descarbonización del sector energético para no depender de combustibles fósiles, que Uruguay haya llegado a superar el 95% de abastecimiento de electricidad a partir de energías renovables, es algo que en el mundo no lo pueden creer. Y que se haya hecho sin subsidios y reduciendo los costos es más increíble aún.

¿Y su nombre figurando en el puesto 46 entre los 50 más poderosos de la revista Fortune?

No lo tomo como un reconocimiento personal sino como un reconocimiento de lo que pudimos hacer colectivamente. Es una alegría y una oportunidad para dar a conocer lo que hemos hecho y lo que podemos llegar a hacer, y es representativo de este logro y de la sorpresa que provocó en el mundo lo que se hizo en Uruguay.

¿Está conforme con el resultado de una apuesta que en su momento fue arriesgada?

Yo veo que Uruguay es un país que no tiene hasta ahora recursos probados de hidrocarburos-y estos representan el 85% de la energía que se consume en el mundo entero-, ya hemos utilizado las capacidades de nuestros ríos como para instalar represas hidroeléctricas, y además tenemos una enorme dependencia de efectos climáticos que hacen que tengamos años con muchísimas lluvias y años con escasas lluvias que nos llevan a tener sobrecostos enormes. En ese contexto Uruguay definió una política global para todo su sector energético que tiene en cuenta no solamente aspectos tecnológicos y económicos, sino también aspectos ambientales, sociales y culturales. Se integró todo en una política única de largo plazo estipulada a 30 años, que fue aprobada de forma consensuada con todos los partidos políticos con presencia parlamentaria. Eso ya es muy llamativo a nivel internacional y fue lo que permitió hacer una transformación muy importante en muy poco tiempo.

¿En qué consistió esa transformación?

En una fuerte incorporación de energéticos renovables, en una combinación de diferentes fuentes renovables de forma que se complementen entre sí. Lo que fue particularmente llamativo es la metodología usada, que permitió que se hiciera muy rápido y lo más importante, reduciendo costos. Esta reducción de costos en el mundo se había logrado en base a subsidios, nosotros redujimos más o menos a la mitad el costo de la generación de electricidad y eso es algo que llama muchísimo la atención.

¿En qué consistió esa metodología?

Es un camino que cuando lo comenzamos en el año 2008, lo que nos colocaban en las listas internacionales de análisis energéticos, mencionaban a los países que estaban haciendo las cosas bien y los países que estaban ensayando metodologías que no funcionan. Esa mirada nos ubicaba en esta última categoría porque no hacíamos lo usual en el mundo que era subsidiar. Lo que hicimos fue sencillo: comprendimos que las energías renovables es un negocio financiero. Esto quiere decir que no hay un combustible por detrás, que los costos de operación y mantenimiento son mínimos, entonces el costo de la energía que se produce con un molino de viento es básicamente el rapago de la inversión realizada. Obviamente tiene que ver con conseguir tecnología lo más adecuada posible al menor costo e inversores a los que debíamos darles seguridad para que perciba un riesgo bajo: Lo que hicimos fue una construcción para darle una mayor seguridad posible al inversor, y eso atrajo a una enormidad de inversores.

¿Cuál fue el mecanismo para garantizar esa seguridad?

Generar las condiciones y luego ofrecer contratos a 20 años con compra asegurada de lo que produce el parque. El que ofreciera esa energía al menor costo posible se llevaba el contrato a 20 años. Ahí pusimos a competir al mercado, generando condiciones de seguridad. Se creó una competencia muy importante. Hicimos una curva de aprendizaje, al principio con pocas cantidades de potencia eléctrica ofrecida, con pequeños parques, corregimos los errores, tanto los que cometimos nosotros desde el Estado como también los del sector privado, y cuando sentimos que estábamos maduros hicimos un primer llamado importante en el 2011.

Ahí recibimos nueve veces más ofertas que los contratos que ofrecía el Estado. En total se generaron inversiones por U$D2.500 millones, que viene a ser la mayor inversión de la historia del Uruguay.

¿Cuántos son los parques instalados al día de hoy?

Son unos 25 parques de alrededor de U$D 100 millones cada uno, pero repartidos en todo el territorio con lo cual derraman sobre la economía nacional en lugares que muchas veces son más deprimidos. Se generaron en total 50.000 puestos de trabajo y el derrame por la construcción de esos parques sobre la economía se ubica entre los US$ 700 y U$D 800 millones.

¿Ya están instalados la totalidad de los parques previstos?

La instalación todavía no terminó porque hay alrededor de 10 en proceso de construcción.

¿Con los que falta se termina esta etapa de instalación o el parque general puede seguir creciendo?

Se termina ahí porque se termina la transformación, o sea, ya hicimos toda la transformación, no necesitamos más.

¿No se contempla la posibilidad de exportar energía?

Estamos abiertos a la exportación. Tenemos la posibilidad de venderle a Argentina y de hecho le hemos vendido por momentos el equivalente al 50% de nuestro consumo interno. También multiplicamos por ocho la interconexión eléctrica con Brasil y eso ahora nos permite tener dos mercados donde colocar nuestros excedentes de energía. Ese es el camino para exportar excedentes.

¿Hay chances de exportar más allá de a Argentina y Brasil?

No. En primera instancia al menos tenemos que manejarnos con los vecinos. En Europa por ejemplo ocurre que un país genera la energía y la termina consumiendo otro país que tiene tres fronteras en el medio, pero eso porque hay un mercado mucho más adelantado, por el momento es impensable. Deberían también avanzar Argentina y Brasil para poder venderle energía a Paraguay, por ejemplo.

De todo el mundo

¿Las empresas que invirtieron en parques eólicos de qué origen son?

Hay españolas, danesas, alemanas (capaz que la mayoría son alemanas), francesas, italianas, norteamericanas. Son las mejores empresas del mundo. Por ejemplo la empresa top mundial pensó en invertir el año que viene U$S 400 millones en Uruguay, pero ya no había lugar para esa inversión.

¿Cómo es el mecanismo de compra de las energías renovables que tanto atrajo a estas empresas?

El mecanismo es que la empresa distribuidora de electricidad, UTE, que además es estatal, ofrece un contrato de compra de energía eléctrica a lo largo de 20 años y le garantiza al productor que va a comprarle lo que produzca, simplemente a través de la demanda. Esa prioridad le da una garantía al inversor con relación a la compra. Lo que generó condiciones tan interesantes es que percibieron riesgos muy bajos y obtuvimos precios muy interesantes.

Cuando hicimos el último llamado, que fue el que salió más redondo, les ofrecimos a los 12 o 13 inversores que habían perdido la licitación, si estaban dispuestos a venirse a invertir al precio del que había ganado la licitación. Casi todos aceptaron y ahí fue que tuvimos el despegue y con un excelente costo incorporamos cerca de 800 megavatios. Está claro que aquella idea que al principio se veía como algo que no iba a funcionar, funcionó. Hoy hay cerca de 80 países en el mundo que están usando ese mecanismo, es decir que ofrecen contratos y se están logrando impactos importantes.

¿Esta es una de las razones del éxito de la presentación de Uruguay en la XXI Reunión de la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático realizado en París?

Si totalmente. Hoy el modelo energético uruguayo es el ejemplo, hay una cantidad de actores que están indicando que Uruguay es el ejemplo a seguir. Hay cinco o seis países de la región que han venido específicamente para ver cómo es el mecanismo, y desde afuera de la región hubo contactos en París con Mongolia y por ejemplo el embajador de Australia vino hace unos días a que le contáramos cómo fue la transformación energética que se dio en Uruguay. Hay un enorme interés a nivel internacional por el caso. En la reunión en París fue muy tenido en cuenta, incluso hubo actividades paralelas en las que se presentó como fue la transformación energética de Uruguay. También hay interés por parte del BID; el Banco Mundial, la Comisión Andina de Fomento, la CEPAL, la Agencia Internacional de Energía, la Agencia Mundial de Energías Renovables, REN21, el World Resources Institute (WRI), son todos organismos que colocan a Uruguay a la vanguardia en este tipo de políticas. El hecho concreto es que ahora, aunque no se sepa mucho tenemos momentos en que el 60% de la electricidad que se consume en Uruguay proviene de los parques eólicos, tenemos un complemento con energía de biomasa, hay 12 centrales en el país que producen electricidad a partir de residuos, Uruguay como país agroindustrial tiene muchos residuos con alto contenido energético. Esto conforma una cifra que también llama la atención a nivel internacional que es que el sector industrial acá consume básicamente energías renovables, algo que para el mundo es realmente novedoso. Acá el 85% de toda la energía que consume la industria es en base a energías renovables, eso es muy importante. Y a su vez hay privados que el excedente de lo que autogeneran lo vuelcan a la red eléctrica, eso es más usual, aunque no en base a energías renovables como ocurre aquí.

Sistema Nacional

¿La creación del Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático, también es una innovación de Uruguay con respecto al mundo?

Es novedoso en el mundo aunque no en Uruguay, donde venimos trabajando en él desde el año 2009. Es un Sistema de base transversal del que participan nueve ministerios, el Congreso de Intendentes, el Sistema Nacional de Emergencia (SINAE) y el Urumet, todos los organismos del Estado que tienen algún vínculo con el cambio climático. Es novedoso a nivel internacional porque en general no es un tratamiento transversal el que aborda y gestiona los temas del cambio climático.

¿Qué aporta este tratamiento integral?

Lo que permite es la coordinación de todas las políticas, desde la negociación internacional hasta las políticas de mitigación de emisiones que se coordinan en el marco del Sistema y lo más importante que es la respuesta al cambio climático. Son espacios donde permanentemente se coordinan y se potencian políticas transversales y se contemplan las miradas sobre el cambio climático de los diferentes sectores del gobierno.

¿Cuáles son los objetivos a mediano y largo plazo del Sistema Nacional de Respuesta?

Lo más importante es que en estas semanas estamos comenzando un proceso de construcción de una Política Nacional de Respuesta al Cambio Climático con miras a los próximos 40 años del país. Esta política va a tener metas de corto, mediano y largo plazo y va a fijar qué objetivos de desarrollo tenemos como país para hacer frente al cambio climático y para aprovechar las oportunidades en un mundo diferente que va a tener riesgos y también oportunidades desde todo punto de vista. Desde el turismo, la producción agropecuaria, las relaciones internacionales, las estructuras de financiamiento e inversiones, las posibilidades de aprovechar las oportunidades de inversión a nivel internacional. Uruguay se propone liderar en temas de cambio climático. Así como se lo reconoce en cuestiones vinculadas al cambio energético y de las energías renovables, queremos ampliar esta visión y que sea un país atractivo para todos y desde todo punto de vista, contando con la posibilidad de desarrollar procesos pilotos que impulsen una economía verde. Todo eso se está comenzando a construir de una forma muy participativa además. Identificamos 140 actores claves que van desde la Academia, organismo gubernamentales, ONGs, y todo el conjunto productivo del país. Estamos trabajando en conjunto desde hace seis meses en el diseño metodológico de ese plan, con la idea de tener terminado lo que podría ser un proyecto de ley en julio.

¿Este sistema viene a ser la consecuencia natural del camino recorrido?

Es el paso natural que sigue a la construcción de la política energética que se construyó entre todos los actores sociales y políticos, que dio resultado y hoy pone a Uruguay en el tapete. Ahora la política se extiende al cambio climático. El objetivo es establecer una política de largo plazo, llegando a acuerdos entre todo el sector político y los diferentes actores.

Fuente: Marca País