Un estudio de la Cepal evaluó cuestiones monetarias y también sociales como empleo y protección social, para medir la pobreza con estándares acordes a la realidad de América Latina.

Uruguay sobresalió respecto a un conjunto de 18 países de América Latina, donde la brecha entre lo más pobres y más ricos se achicó en mayor magnitud entre 2008 y 2013. Asimismo, la mayor caída en la desigualdad se registró en el último quinquenio y no en el período 2002-2008. Por otro lado, la educación es la variable que más pesa en Uruguay como contribución a la pobreza en comparación con el resto de países latinoamericanos, según se desprende del último Panorama Social de América Latina que divulgó ayer la Cepal.

En este nuevo estudio, el organismo incluyó aspectos monetarios y no monetarios del bienestar, como las privaciones de empleo, protección social y rezago escolar, para medir la pobreza con estándares más actualizados a la realidad que impera en América Latina.

En el conjunto de países de la región, se produjo una caída de la incidencia de la pobreza multidimensional entre 2005 y 2012. Precisamente, Uruguay fue el segundo país en destacarse en esta medición al pasar del 18% en 2005 a 9% en 2012. El descenso más significativo se dio en Argentina, donde bajó del 30% a 8%, aunque el análisis se realiza sobre estadísticas oficiales que son cuestionadas.

Por otro lado, a 2012, Uruguay era el país de América Latina donde el logro educativo de los adultos era la variable que más contribuía para el ingreso en la pobreza –analizando distintas privaciones– con una participación del 18%, por delante de Costa Rica donde el peso era del 17% y Brasil (15%).

En tanto, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los países, el ingreso en Uruguay tiene una incidencia menor (23%) para la determinación de la pobreza. En Chile, por ejemplo, esa variable tiene un peso del 41%, en Brasil del 37% y en Argentina del 33%. La precariedad de los materiales de la vivienda, la insuficiencia de energía y la carencia de bienes duraderos, contribuían en mayor medida a la pobreza total en los países que presentaban los mayores niveles de privación en América Latina, explica el informe de la Cepal.

Desigualdad

A principios de la década del 2000, en la mayoría de los países de la región se inició un proceso de reducción de la desigualdad que aún se mantiene. Entre 2002 y 2013 el índice de Gini promedio cayó aproximadamente 10%, de 0,542 a 0,486, a nivel de la región. La dinámica de la reducción de la desigualdad muestra patrones diversos cuando se analiza el subperíodo de 2008 a 2013 en comparación con el comprendido entre 2002 y 2008.

La tendencia a la disminución de las disparidades se aceleró a partir de 2008, sobre todo en Bolivia, Uruguay, Argentina, Brasil, México y Colombia. Precisamente, Uruguay fue el segundo país en el cual el índice de Gini tuvo una mayor caída en el período 2008-2013 (casi 3%), aunque en el lapso 2002-2008 fue uno de los de menor desempeño, con una caída de 0,5% –solo Colombia tuvo una baja menor, mientras que aumentó levemente en México y República Dominicana–.

En la mayoría de los países de la región se dio el fenómeno inverso, es decir, un descenso más significativo de la desigualdad en el primer período que en el segundo. En 2008-2013, Uruguay y Brasil fueron los países donde la participación del crecimiento económico y el efecto de la distribución estuvieron más equilibrados a la hora de explicar el descenso de la pobreza en ese período, según la Cepal.

Asimismo, Uruguay también logró destacarse respecto a otros países en la distribución del ingreso por quintiles extremos entre 2008 y 2013. Mientras que en 2008, el quintil más pobre tenía una participación total en la masa de ingresos de 8,7%, ese porcentaje trepó a 10% en 2013. A su vez, el quintil más rico pasó de tener una participación del 42% del ingreso total a 36,4% en 2013.

Estas cifras lo convierten a Uruguay en el país de la región en el cual los pobres son menos pobres y los ricos son menos ricos, en términos relativos al resto del a población.

Fuente: El Observador