Desde conquistador del mundo hasta república bananera, las novelas y el cine anglosajones han mostrado una particular visión sobre este pequeño y lejano país.

Me gustaría viajar a Uruguay «¡Eso sí que suena exótico». Lo dice un aristócrata ruso durante la película Anastasia (1956), un drama con Ingrid Bergman que relata el caso de la princesa que supuestamente escapó de la revolución bolchevique. Seguramente el guionista pensó que Uruguay era un destino apropiado para un noble decadente.

Las menciones a Uruguay en el cine del hemisferio Norte, como antes en la literatura de aquellas latitudes, son escasas y casuales, presentándolo como un país extraño, situado en un lugar bastante remoto del planeta, incluso tropical.

Las facilidades de las comunicaciones de hoy, el fútbol y los goles de Suárez, las peculiaridades de un presidente como Mujica e incluso la legalización de la marihuana determinaron que Uruguay fuera más conocido. Pero para algunas producciones de Hollywood seguirá siendo la república bananera de Submerged, un bodrio con Steven Seagal que originó polémicas cuando se estrenó en 2005 directo en video, aquí con el nombre de Alerta total. Lo único uruguayo era el escudo nacional pegado en el uniforme de los soldados, con todo el aspecto de ser un impreso bajado de Internet.

Y hubo menciones insólitas, como la deLos Simpson en el capítulo Bart contra Australia (1995). Allí, Homero descubre a Uruguay mientras juega con un globo terráqueo. Y al deletrearlo en inglés dice, riéndose, «You-are-gay», un chiste que se pierde en la traducción.

Conquistadores

Antes del cine, cuando la literatura era la única forma de informarse y entretenerse, hubo una novela memorable con Uruguay como escenario: La tierra purpúrea, publicada por primera vez en Londres en 1885. El dato clave es que fue escrita por un argentino de padres estadounidenses y residencia en Inglaterra, W. H. (Guillermo Enrique) Hudson, por lo cual esta tierra no le resultaba tan insólita. Jorge Luis Borges tenía entre sus libros favoritos a esta ficción sobre la vida en la campaña, con el fondo de las luchas entre blancos y colorados.

Lo más sorprendente que debe haberse escrito sobre este país es La supremacía de Uruguay, un cuento de ciencia ficción del norteamericano Elwyn Brooks White, en el cual Uruguay conquista el mundo. Fue publicado por la revista The New Yorker en 1933. No se trata del Maracanazo, sino de una canción de amor que los malvados uruguayos difunden por el planeta y con la cual idiotizan a la humanidad. Después, el resto del mundo recupera la cordura, se inicia una guerra y Uruguay termina arrasado.

Das Haus in Montevideo («La casa en Montevideo») fue una comedia teatral alemana de 1945 sobre una joven que hace carrera como cantante de ópera en Uruguay. Tuvo tanto éxito que se produjeron dos películas en 1951 y 1963, e incluso llegó a Broadway, bajo otro título.

Aquella batalla

Uruguay como tema o escenario de películas anglosajonas resulta toda una rareza. Por décadas, el único ejemplo fue La batalla del Río de la Plata (Gran Bretaña, 1956), que evocaba el primer combate naval de la Segunda Guerra Mundial. Tuvo buenas críticas y amplia repercusión internacional en su momento. Si bien no se rodó aquí, un equipo llegó hasta Montevideo para registrar escenas y conocer el ambiente. Eso se tradujo en una recreación bastante fiel: en las oficinas estatales está el cuadro de Blanes Artigas en la puerta de la Ciudadela, se ven edificios de la Ciudad Vieja y la propia Aduana, los uruguayos leen las peripecias del Graf Spee en los diarios El Plata y La Mañana y una multitud se congrega en la escollera para ver el fin del acorazado alemán.

Pero ese cuidado se va a pique con las numerosas escenas de un bar que la película ubica en el mismo sitio de la Prefectura de Trouville. Es una construcción de madera, donde toca un grupo de rumba entre prostitutas ligeras de ropas y un personaje mezcla de gaucho y cowboy. Un periodista radial transmite desde allí el hundimiento del Graf Spee, pero mirando hacia la rambla de Pocitos (donde se identifican el ex Hotel Rambla y el edificio del Expreso Pocitos), cuando el último viaje del barco alemán se registraba a sus espaldas, desde el puerto hasta el Cerro…

¡Viven! (1993) es la única superproducción de Hollywood con personajes totalmente uruguayos. Y si bien abundan las referencias locales, desde las inscripciones de la Fuerza Aérea Uruguaya en el avión Fairchild hasta los cigarrillos que fuman los sobrevivientes de los Andes, cuando se inicia la película apenas se identifica a los protagonistas como los miembros de «un equipo de rugby sudamericano». Los nombres de los sobrevivientes, en cambio, son los reales.

La película francesa Estado de Sitio (1973), dirigida por el griego Constantin Costa-Gavras, relata el secuestro y posterior asesinato por los tupamaros del agente estadounidense Dan Mitrione, aunque aparece mencionado como «Philip M. Santore» en la interpretación de Yves Montand. Las convulsiones políticas de la época obligaron a realizar el rodaje en Chile.

Lo demás son menciones al pasar, siempre para describir algo lejano y curioso, cuando no un paraje tropical, refugio de nazis, dictadores y narcos (un ejemplo es Maratón de la muerte, de 1976). En una ocasión fue todo a la vez: The Distinguished Gentleman, una comedia de Eddie Murphy de 1992. Una delegación uruguaya abandona su hotel debido a un golpe de Estado, pero el empleado del hotel que lo anuncia pronuncia mal el nombre del país…

Fútbol

Para quienes no creen que el fútbol hace conocer al Uruguay fuera de fronteras, basta recordar Como perros y gatos, una película infantil de 2001 con Jeff Goldblum. El niño protagonista recibe de regalo una camiseta de la Selección uruguaya (con el número 10) y la viste en las escenas culminantes. También le obsequian entradas para Uruguay-Chad, un partido que poco entusiasmaría a nuestros hinchas pero llena de alegría al chico.

El film británico Sixty Six (2006) cuenta la historia de un niño judío que se prepara para celebrar su Bar Mitzvah y se entera que la fecha fijada coincide con la final del Mundial de 1966. Para evitar que el fútbol opaque su fiesta, se hace hincha de cada rival de Inglaterra en aquel torneo. El primero fue, justamente, Uruguay, por lo cual apoya decididamente a los celestes e incluso dice defender a Uruguay cuando juega al futbolito con un profesor.

También es sorprendente la aparición de un clásico uruguayo en Deception, una película de 2008 con Hugh Jackman y Ewan McGregor. Precisamente, es McGregor quien enciende un televisor y la pantalla muestra un festejo de jugadores de Peñarol. El relato viene segundos más tarde para enterarnos de que se trata de un gol del Betito Acosta ante Nacional, en 2006.

Fuente: El País