Mientras médicos y científicos buscan métodos para poder curarlas, hay profesionales que trabajan de forma no tradicional para prevenir la diabetes y la hipertensión: una de ellas es en la creación de alimentos.

En el país, hay un grupo de ingenieros que investiga sobre la creación de alimentos que no solo tengan valores nutritivos, sino que apunten a mitigar patologías. Este grupo viene trabajando desde hace cuatro años junto a equipos de investigación de Argentina, España y Estados Unidos.

En Uruguay, existen alimentos de estas características, pero que están basados en estudios internacionales. Se tratan de productos lácteos y galletas que cuentan con ciertas propiedades que benefician al organismo. Eso sí: no actúan como un medicamento ni lo reemplazan. El fenómeno nació en Japón en la década del 80 para poder alivianar el sistema de salud, cada vez más saturado por el aumento de la esperanza de vida que comenzó a detectarse. En Uruguay, el consumo ha empezado a masificarse. En este contexto, la ingeniería apunta a mejorar la calidad de vida.

Una persona toma un yogurt. Además de saborearlo y cumplir con el desayuno, ayuda a su cuerpo a prevenir la diabetes y la hipertensión arterial. A esto quiere llegar un grupo de ingenieros alimentarios en Uruguay, quienes desde hace cuatro años trabajan en un proyecto para lograrlo.

«Esto es para prevenir, si la persona tiene incidencias familiares de problemas de alta presión o diabetes», comentó a El País Alejandra Medrano, la ingeniera alimentaria que lidera la iniciativa.

En un mercado incipiente, estos ingenieros uruguayos han estudiado diversas formas de crear nuevos alimentos beneficiosos para la salud. Desde este mes, Medrano y una estudiante buscan que los desechos que generan los procesos industriales puedan ser reutilizados para alimentos con estos fines.

Un ejemplo es el «lactosuero», un producto que se obtiene de la producción de quesos. Como no se lo necesita, se lo suele tirar. Pero Medrano se plantea reutilizarlo.

El motivo es que contiene proteínas y compuestos químicos que se pueden incorporar al yogurt y otros alimentos para beneficiar al organismo.

En la investigación, que fue financiada por el Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil, también interviene Yamila Volla, alumna de la carrera de Ingeniería Alimentaria. Los investigadores están en una etapa de investigación y apuntan a que haya más interesados en financiar esta propuesta.

Según informó Medrano, la idea es crear alimentos «desde cero». Es decir, tipos de galletas, yogurt o pan que contengan compuestos que fortalezcan al cuerpo. Como el público uruguayo consume muchos lácteos cree que será esa industria la que adopte la innovación.

Más que alimentos

Este tipo de productos empezaron a surgir en la década del 80 en Japón. Las autoridades del país asiático se dieron cuenta que la gente vivía más años y, para controlar los gastos sanitarios y prevenir enfermedades, comenzaron a desarrollar este tipo de alimentos, según una crónica del Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación.

Hoy, de a poco, empiezan a masificarse en todo el mundo. En general, se los conoce como alimentos funcionales. «Son los que además de aportarte los nutrientes normales, cumplen una función dentro del organismo», contó a El País el nutricionista Guillermo Zeballos.

Por ejemplo, un yogurt que «tiene un impacto en las células del intestino grueso y hace que tengas una mejor defensa», puntualizó el nutricionista.

En las góndolas uruguayas, se puede encontrar una variedad de compuestos con estas características. Uno es el Yakult, un producto lácteo fermentado que es capaz de mejorar la actividad intestinal.

En Japón, hay ciertos alimentos que están diferenciados como para «uso específico para la salud» (FOSHU, por su sigla en inglés) y que son aprobados por el Ministerio de Salud de ese país. En Uruguay no están diferenciados en el reglamento bromatológico, informó El Observador; aunque no significa que no estén aprobados por las autoridades sanitarias.

En el futuro seguramente lleguen más. «La idea es que haya más alimentos funcionales que puedan prevenir», puntualizó Medrano.

Si bien los beneficios son generales, este tipo de alimentos no busca reemplazar a los medicamentos tradicionales, pero sí buscan cumplir una función que, de a poco, gane más y más adeptos.

Ingeniero alimentario en Uruguay

En 2002 nació en Uruguay la primera generación de ingenieros alimentarios. Desde entonces, numerosos científicos se han abocado a estudiar sobre este tema.

La Universidad de la República ofrece una carrera de cinco años con materias que están insertas en cuatro facultades: la de Química, Ingeniería, Agronomía y Veterinaria. La profesión ha cobrado fuerza en los últimos años. A tal punto, que en 2007 se creó una asociación civil sin fines de lucro que los agrupa.

Por su parte, la Universidad Católica dio a conocer este mes un proyecto internacional sobre ciencia y alimentos. Su título es «Desarrollo de capacidades en ciencias de la carne y caracterización del valor nutritivo de las carnes comercializadas en México y Uruguay».

En el proyecto también interviene el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria.

“Son alimentos que mejoran tus defensas”

G. ZEBALLOS. Licenciado en nutrición; trabaja en la Policlínica de Trastornos Alimenticios del Hospital de Clínicas.

“Por lo general, los antibióticos son de amplio espectro: matan todo lo que hay en el camino. Ese es un momento adecuado para que una persona que haya tenido cierto tipo de tratamiento pueda consumir ese tipo de alimento”.

“Estos alimentos aportan microorganismos que a la postre inciden en tu flora intestinal, y lo hacen de manera beneficiosa. Tiene un impacto en las células del intestino grueso. Son alimentos que mejoran tus defensas”.

Fuente: El País