Vázquez y Putin tuvieron un encuentro mano a mano en el que impulsaron las relaciones comerciales y se comprometieron a trabajar juntos en temas globales.

La muralla roja que rodea al Kremlin –un complejo arquitectónico emblemático en el corazón de Moscú donde funciona la presidencia rusa- no sólo es un pedazo de historia visible, sino una defensa que evoca la grandeza de un estado que pasó del imperio a la Unión Soviética para ser, desde el fin de la Guerra Fría, una federación.

Ese lugar de espacios de otro tiempo y salas majestuosas fue el sitio que el gobierno ruso escogió para recibir al presidente Tabaré Vázquez y la delegación oficial uruguaya que ayer culminó una gira de dos semanas, que también incluyó Alemania y Finlandia.

En la sala verde las puertas bañadas en oro del techo al piso se abrieron de par en par pasadas las 16 horas de ayer. Por la izquierda apareció el presidente ruso entallado en un traje negro. Recibió la venia de la guardia y caminó algunos pasos hacia el centro de la habitación. Esperó dos segundos hasta que llegara a su encuentro el presidente uruguayo, quien había ingresado por una puerta que estaba en paralelo.

Vázquez y Putin estrecharon sus manos por primera vez dos horas después de lo que estaba previsto en agenda. El mandatario uruguayo había asistido 12:30 a la tumba del soldado desconocido, un rito de carácter militar en la que el gobierno uruguayo hizo una ofrenda floral. Esa ceremonia duró unos 20 minutos a la intemperie en un día en el que el termómetro en Moscú nunca marcó positivo.

La agenda indicaba que después de esa actividad protocolar se daría el encuentro bilateral entre los presidentes. Pero el Kremlin comunicó un cambio de planes: el presidente Putin estaba atrasado con sus actividades y por eso Vázquez debería esperarlo por un margen de una hora y media. No es la primera vez que el ruso hacía esperar a un mandatario extranjero. Había hecho que la canciller alemana Angela Merkel contara 180 minutos antes de verlo, entre otros líderes globales, como el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, y hasta el Papa Francisco.

El presidente uruguayo no se quedó en el Kremlin, sino que volvió al hotel Ararat que queda a pocos metros. Allí esperó la nueva comunicación de la presidencia rusa. Pero como «buen gallego de La Teja» esta vez Vázquez hizo esperar un poquito a su par ruso, contó una persona cercana al mandatario.

La anecdótica espera terminó cuando se abrieron las puertas. Putin le marcó el camino a Vázquez y esperó a saludar a los ministros Rodolfo Nin Novoa (Relaciones Exteriores) y Danilo Astori (Economía y Finanzas), quienes se presentaron en inglés con el presidente ruso.

Cada uno tomó su asiento en la sala verde y con traductores de por medio empezó un diálogo que adelantaba algunos de los temas que habrían de venir. Putin tomó la posta. El ruso dijo que hay margen para mejorar el intercambio comercial, el cual disminuyó en el último tiempo. Recordó que los dos países tienen 160 años de relaciones y que hoy los une su membresía en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas

Por su parte Vázquez agradeció la hospitalidad del gobierno ruso y, tal como había hecho días atrás con Merkel, invitó a Putin a visitar Uruguay. En particular, el presidente le sugirió que en caso que el líder ruso llegue al país lo acompañará a San Javier, en del departamento de Río Negro, la colonia de rusos más importante que existe en Uruguay. El mandatario le contó a su par ruso que sus compatriotas fueron los primeros en plantar girasol en el país.
El intercambio terminó cuando el presidente uruguayo dijo la última palabra. En ese momento la numerosa guardia de seguridad que no se pierde detalle se puso enfrente de las cámaras para señalar que el tiempo de la foto y el video había terminado.

Comercio, fútbol y política
Los dos presidentes volvieron a salir a escena una hora y fracción después. Habían mantenido un encuentro mano a mano y otro extendido con ministros que incluía el almuerzo.

En la sala de conferencias de prensa del Kremlin Vázquez y Putin volvieron a estrechar sus manos, firmaron diferentes acuerdos entre los que incluye un «plan de acción» –documento marco con líneas estratégicas para el desarrollo de las relaciones- y uno en materia de no proliferación de armas en el espacio exterior.
«Hablamos sobre relaciones bilaterales y de los planes para el futuro. Uruguay es un socio fiable de Rusia en América Latina. Estoy seguro que las conversaciones que llevamos adelante hoy van a ser una buena base para el desarrollo de nuestras relaciones bilaterales», dijo Putin en una intervención rápida.
En tanto, el presidente uruguayo calificó la reunión de «extensa» y «productiva». «Hemos consolidado y diversificado el vínculo existente con Rusia y que reviste una importancia estratégica fundamental para nuestro pequeño país», subrayó.

El presidente volvió a repetir el trabajo que los dos países tienen en su horizonte en materia de desarme y lucha contra el terrorismo en el ámbito de la ONU. «Esperamos mantener muchos vínculos en 2017, especialmente en mayo, cuando estemos ejerciendo la presidencia del Consejo de Seguridad», dijo.

El presidente también abordó la relación comercial entre ambos países. Subrayó el interés de Uruguay en profundizar el rubro de alimentos en cárnicos y lácteos y afirmó que existe margen para «ampliar los flujos de intercambio» y «diversificarlos hacia nuevos productos con alto valor agregado».

Una vez más, como lo hizo durante toda la gira, Vázquez llamó a levantar las trabas al comercio internacional. «No nos gusta el proteccionismo», expresó.

La conferencia transcurrió de acuerdo a los estándares de rigurosidad y seriedad rusos. Putin solo se distendió cuando la charla fue para el lado de la pelota. «Quien le diría que podremos ver juntos la final entre Rusia y Uruguay», le dijo Vázquez. Y el ruso le devolvió algo muy parecido a una sonrisa.

«Uruguay no es un país grande pero fue el primer campeón del mundo de fútbol. No sé cuál es su secreto, quizás la calidad de la carne y de la leche con la que se alimentan los futbolistas», contestó mientras las luces de la Plaza Roja anunciaban el fin de un nuevo día en la ciudad del río.

Fuente: El Observador.