El uruguayo Gustavo Malinger —especialista en desarrollo del cerebro de los embriones— viajó a San Pablo (Brasil) en noviembre del año pasado a participar de un congreso médico; lo que no sabía era que iba a terminar siendo una pieza fundamental para determinar la vinculación entre el virus zika y la microcefalia en recién nacidos.

Una médica de Campina Grande (estado brasileño de Paraíba) le trasmitió su preocupación por «algo muy raro» que se venía observando: nacían una gran cantidad de niños con microcefalia y no había una explicación. La médica sospechaba de que la patología pudiera estar vinculada con el virus zika y le pidió ayuda. El especialista uruguayo contó a El País que le pidió a la doctora que trajera a dos embarazadas de Paraíba, a las que se les hizo un test para detectar el zika y una prueba de ultrasonido. «Les dije que las trajera hasta San Pablo y al otro día en la mañana llegaron y ahí empezó la historia cuando descubrimos que los fetos segregaban zika», explicó.

A tres meses del hallazgo que sacude a Brasil —con cerca de 4.000 casos sospechosos de microcefalia en recién nacidos— la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció que el virus zika «se propaga de manera explosiva» en toda América Latina, donde ya hay 23 países afectados. Uruguay está rodeado y el zika está en la «puerta», admitió ayer el ministro de Salud, Jorge Basso. Además de este virus, el mosquito Aedes aegypti transmite el dengue y la chikungunya, enfermedades que no fueron detectadas en Uruguay, lo que es clave para determinar si el zika llegará al país. «Si hay dengue va a haber zika y si no hay dengue no habrá zika. En Uruguay como no hay dengue, las posibilidades de que se detecte el zika son pocas», explicó Malinger.

Para evitar que aparezcan casos autóctonos de zika, el especialista recomienda lanzar una campaña masiva de tal forma que en cada casa del país se elimine el agua estancada, donde se concentra el Aedes. La otra medida que se debe tomar es la «fumigación a fondo», algo que hasta ahora el MSP ha reservado solo para los «casos puntuales» por los efectos secundarios que tiene (alergias y afecciones respiratorias).

Malinger dijo que a diferencia de Brasil, Uruguay no tiene un clima tropical y húmedo que favorezca la propagación de una epidemia por zika. «Si se fumiga en Brasil no pasa nada, pero en Uruguay sí es una medida efectiva. En Israel, por ejemplo, las municipalidades fumigan todos los años por otras enfermedades», señaló el experto. Además, dijo que es importante advertirle a las embarazadas —como lo ha hecho el Ministerio de Salud Pública— que no viajen a países afectados por el zika, para evitar la transmisión de la enfermedad al feto.

En opinión de Malinger, la microcefalia (perímetro craneal menor al normal) no es lo «peor» que produce el zika, ya que más importante aún es el daño intracerebral que presentan los fetos afectados por el virus.

«A causa del zika, los fetos sufren de un daño intracerebral muy serio y como consecuencia de eso el perímetro craneano no crece. Lo extraño es que después de tres meses no hay ninguna publicación que diga eso. Lo que hicimos nosotros (junto a la médica de Paraíba) fue publicar estos dos casos que vimos», explicó.

El médico de Uruguay que asesoró en casos de zika.

Gustavo Malinger es un médico uruguayo que reside en Israel hace más de 40 años. Actualmente es el jefe de la Unidad de Diagnóstico prenatal de ultrasonido del Hospital Central de Tel Aviv. Es especialista en desarrollo del cerebro de los embriones y fue parte del equipo que descubrió la relación entre el virus zika y la microcefalia en recién nacidos en Brasil. Ayudó a detectar dos casos de embarazadas con el virus en noviembre del año pasado, cuando viajó a un congreso.

Fuente: El País