La presencia uruguaya en la Antártida permite variados y sorprendentes hallazgos científicos.

Por Anabella Aparicio

Científicos uruguayos encontraron una fórmula para que los jabones de lavadora sean tan efectivos con agua fría como con agua caliente.

También lograron otro descubrimiento: cómo reducir a la mitad el tiempo de producción de biodiesel, lo que permitiría notables ahorros a la industria.

Ambos hallazgos derivan de trabajos realizados en la base que Uruguay tiene en la Antártida. Cada año científicos uruguayos viajan allí para tomar muestras que les permitan avanzar en sus investigaciones.

“Nunca fuimos a buscar eso, surgió de la observación”, dijo Susana Castro, encargada del equipo de Bioquímica de la Facultad de Ciencias que trabaja en esos proyectos gracias a muestras tomadas en la Antártida.

Estos descubrimientos son posibles gracias a la presencia del país en la isla Rey Jorge del continente antártico. Uruguay invierte cerca de un millón de dólares al año para mantener la base, que administra el Instituto Antártico, y unos 30.000 en viáticos a los investigadores.

Según el decano de la Facultad de Ciencias, Juan Cristina, investigar en la Antártida permite descubrir cosas que pueden tener importancia en la vida y el desarrollo en general, así como entender mejor temas vinculados a enfermedades humanas o animales: “Uno puede desde encontrar nuevos antibióticos a encontrar moléculas que pueden tener actividad antiviral”.

En base a hallazgos realizados en la Antártida, por ejemplo, científicos de la Facultad de Ciencias también trabajan en un proyecto que busca generar enzimas para incluirlas en cremas o protectores solares. Esto permitiría reducir los daños de radiación solar en la piel o problemas generados por rayos UV asociados al cáncer de piel.

Entre 2011 y 2015, los científicos uruguayos presentaron 64 proyectos de investigación en la Antártida, de los cuales 49 fueron aprobados y abarcan diversas instituciones (Facultad de Química, Ciencias, Ingeniería, Clemente Estable, Meteorología y Fuerzas Armadas).

A raíz de esto se hicieron 15 publicaciones en revistas científicas, 35 trabajos se presentaron en congresos y 33 en el Congreso Latinoamericano de Ciencia Antártica de 2015, según datos del Instituto Antártico.

En la última convocatoria se eligieron los 19 postulantes que viajarán este año para tomar muestras en la isla Rey Jorge. Se trata de equipos que conocen el ambiente antártico y ya cuentan con financiación para sus proyectos a través de privados, de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (Anii) o de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento (Agesic).

Un proyecto puede llegar a implicar unos tres o cuatro años de trabajo, según lo que se investigue.

Según Castro, encargada del equipo de bioquímica de la Facultad de Ciencias, concretar un proyecto depende del éxito de la investigación y de los rubros que se logren obtener.

Si bien Uruguay invierte dinero en los viáticos para los científicos, el Instituto Antártico no tiene rubros para financiar la investigación como pasa en otros países. Chile gasta unos cinco millones de dólares por año en esta área.

Por eso los investigadores uruguayos deben apelar al apoyo de empresas privadas u organismos estatales.

“A veces ese es el gran problema, obtener la financiación y es una gran carrera de poder hacer algo útil en tiempos que sean manejables para la sociedad”, comentó Castro.

“Si uno mira la relación entre el esfuerzo y lo que hemos logrado respecto a la inversión, la relación es muy buena. Es necesario invertir en la Antártida: yo no lo considero un gasto, estoy invirtiendo para las futuras generaciones de uruguayos. En ese mundo que se viene, el mundo va ir a ese sur y es importante estar ahí”, expresó Cristina, decano de la Facultad de Ciencias.

El científico que quiera viajar a la Antártida debe presentar su plan de ante el Instituto. Cada dos años se hace un llamado, luego es evaluado por un comité de expertos y las propuestas se seleccionan en base a su calidad científica.

La calidad y magnitud de la actividad científica que cada país realiza en sus bases marca su reputación y presencia en la comunidad antártica.

En 1959, 53 países suscribieron el Tratado Antártico, normativa que establece que ese continente es territorio “pacífico” de “libre investigación científica y cooperación”.

Uruguay forma parte del grupo de élite integrado por 29 países que tienen voz y voto en el sistema antártico y que toman las decisiones sobre su administración.

Otros 21 países adhieren pero sólo tienen voz. Éstos integrantes pueden transformarse en miembros consultivos si construyen una base antártica o “demuestra interés” en hacer “investigaciones científicas importantes” en la región, según el Tratado.

“Es uno de los tratados más exitosos”, comentó Alberto Fajardo, directivo del Instituto Antártico en representación de la Cancillería.

Reclamos territoriales

Las potencias mundiales conviven hoy de forma pacífica en un territorio que tiene la mayor reserva de agua dulce del planeta y recursos minerales en cantidades aún inimaginables.

Pero dentro de 30 años se revisará el Tratado y puede resolverse hacerle modificaciones. Muchos países ya se preparan para ese momento, ya que podría habilitarse la explotación de la tierra, o resolverse los reclamos territoriales que tienen siete países sobre el continente, hoy congelados por el acuerdo vigente.

“Si bien los países tienen sus bases, no las tienen oficialmente como un reflejo de que son soberanos sobre ese territorio”, explicó Fajardo. Por ejemplo, la zona donde hoy está la base uruguaya es reclamada por Argentina, Chile y Reino Unido.

Oficialmente “cualquier actividad que hace el país en esa zona que reclama, no hace que tenga más derechos en el futuro”, dijo Fajardo. Pero es una forma de marcar presencia. China, por ejemplo, ha multiplicado sus bases en los últimos años.

Uruguay, como no hizo reclamos territoriales en el momento que estaba permitido ahora no puede exigir territorio a pesar de tener instalada su base.

Fuente: Ecos Uruguay