El sol volvió a salir el pasado miércoles 20 de abril temprano, pero en la pista central de la Rural del Prado aún quedaban los vestigios de la lluvia que acompañó el desarrollo de la XVII Conferencia Mundial de Hereford desde el sábado16, cuando comenzó el Valle Chico, el establecimiento de la familia Bonomi en Lavalleja.

Pero dentro de uno de los históricos galpones ese paisaje se convirtió en una amplia sala en la que en mañana se inició el ciclo de conferencias de la cumbre mundial de la principal raza bovina de Uruguay, con un público en su mayoría extranjero.

Por eso no extrañó que cinco panelistas se repartieron las disertaciones que abarcaron la historia de la ganadería –desde el siglo XVII a la trazabilidad del ganado vacuno–, los sistemas de producción y las innovaciones de los remates por pantalla y la producción en compartimentos de bioseguridad.

Fabio Montossi, director nacional del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) abrió el fuego sobre los sistemas de producción –«de la pastura al plato», dijo– y recordó que el 70% de la dieta es pasturas naturales. También remarcó que «no somos productores de un novillo, sino de un producto».

Montossi mencionó una trilogía que incide en el negocio de la carne pues es lo que toman en cuenta los compradores: el país de origen, la dieta de los animales y el precio. Y luego agregó que además del valor del producto, al consumidor le importa el proceso social, económico y ambiental de producción. «Por ser un país chico, Uruguay debe generar un producto de calidad y diferenciado con valor agregado», acotó.

Luego de describir los suelos y los sistemas de producción –«la ventaja de Uruguay (frente a EEUU, por ejemplo) es que la vaca vale», dijo–, Montossi reseñó lo hecho por Uruguay para alcanzar sus objetivos de valorizar y agregar valor.

Cerró su ponencia enmarcando todo en una política de Estado que va hacia la intensificación sostenible, «con la visión de alimentar a 50 millones de personas en 2035».

Innovaciones agropecuarias

Por otra parte, la directora del Sistema Nacional de Información Ganadera (SNIG), María Nela González, contó a los extranjeros la historia de la ganadería uruguaya y cómo surgen ya en el siglo XVIII los primeros intentos de identificación del ganado vacuno.

El último logro comenzó a gestarse luego de la aparición de la fiebre aftosa en 2001. Tres años después se inició el Plan Piloto de identificación individual del ganado vacuno y en setiembre de 2006 se hizo obligatorio.

A unos meses de cumplir los 10 años, González informó que «90% del rodeo vacuno cuenta con trazabilidad individual y el 100% está registrado e identificado». Además, recordó que en ese tiempo se compraron y repartieron en forma gratuita 34 millones identificadores.

Por otra parte, al cerrar las exposiciones, Jorge Bonino, representante del sector privado ante la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) y responsable del compartimento de bioseguridad que se inició con ovinos, contó la experiencia de producción en esas condiciones.

Dijo que con el compartimento «damos más confianza», aunque remarcó que Uruguay es un país libre de fiebre aftosa aunque vacuna, y remarcó las ventajas que otorga para el comercio de genética, productos y ganado en pie.

Mercado de haciendas

El comercio de haciendas mueve cada año entre 2,5 y 3 millones de cabezas –la faena oscila en 2 millones– y en su mayor parte se realiza «de productor a productor, que representa 52% del total», reveló el investigador de INIA, Bruno Lanfranco, al disertar el miércoles en la cumbre mundial de Hereford. Otro 46% del comercio es «a faena» y el resto para la exportación (2%-4%). Por su parte, Walter Romay Elorza, directivo de Hereford, recordó que la venta de ganado por pantalla fue «una idea innovadora que comenzó a gestarse en la Sociedad de Criadores en 1998.

Fuente: El Observador