Uruguay enfrenta un cambio de paradigma, producto del desarrollo de las fuentes renovables y la exploración petrolera, que podrá dejar al país como exportador neto.

Uruguay está viviendo una revolución energética. Eso es lo que opinan a nivel internacional y la evidencia local lo comprueba.

Con un plan de inversiones –entre públicas y privadas– que rondará los US$ 7.000 millones al cierre del período de gobierno, el país conseguirá para 2016 una matriz energética radicalmente diferente a la que ostentó en la última década, más autóctona y más independiente de las condiciones climáticas y externas.

Además, el cambio permitirá al sector privado dar un salto en su participación en la generación eléctrica desde el magro 10% que representó al cierre de 2012, medido en potencia instalada.

Como parte de ese proceso de incorporación y apropiación tecnológica, el país logrará además volcar en su favor el fiel de la balanza que hoy señala una fuerte dependencia del suministro energético foráneo. Para 2016, Uruguay podrá contar con más de la mitad de su matriz energética de fuente renovable, un objetivo ambicioso que todavía no ha alcanzado ningún país del mundo. De hecho, a nivel global el promedio de energía primaria renovable es de 17% de acuerdo a los datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE), y Europa se plantea como una meta relevante alcanzar el 20% para 2020.

El convencimiento político y una buena labor técnica en la identificación de las oportunidades es el factor clave que permitirá a esta pequeña economía sudamericana convertirse en “un país líder” a nivel global, sobre todo en el mercado eólico, dijo recientemente a su paso por Uruguay Hugo Lucas, uno de los directores de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena, por su sigla en inglés).

Si bien el fenómeno más extendido y visible se percibe en la proliferación de molinos de viento a lo largo y ancho del territorio –habrá unos 500 cuando se concreten todos los proyectos en ejecución–, es también significativa la incorporación de centrales térmicas en base a biomasa. En paralelo, se comenzó el avance en la “curva de aprendizaje” con las primeras experiencias para la introducción de la generación fotovoltaica, dijo a El Observador el director de Energía, Ramón Méndez.

La realización de un llamado para la adjudicación de 200 megawatts (MW) en granjas solares –ya se reservaron tres proyectos por 166 MW–, permitirá a esa fuente de generación representar cerca de 2% de la matriz primaria en 2016, algo similar a lo que hoy significa el gas natural.

En otro frente, la instalación de una planta de regasificación y la prospección de hidrocarburos, tanto en mar como en tierra, abren la perspectiva no tan descabellada de pensar en un Uruguay autosustentable en términos energéticos y, por qué no, exportador neto de energía en la próxima década.

Fin de un reinado

Entre 2000 y 2010 el petróleo fue la base de la matriz energética local, con una presencia que marcó picos de 70% del total de energía consumida en el país cuando, en períodos de sequía, se debía recurrir forzosamente a la producción de electricidad con combustibles fósiles.

En la primera década del siglo, el peso del petróleo promedió el 58% del consumo local. El único año que explicó menos de la mitad de la energía primaria consumida en el país fue en 2010 –un año excepcionalmente bueno en lluvias y generación hidráulica– cuando alcanzó algo menos de 48%. De todas formas, a eso hay que sumar 1,5% de gas natural para completar el componente de combustibles fósiles, según los datos procesados por El Observador en base a información de la Dirección Nacional de Energía (DNE). El resto de los años, las fuentes autóctonas fueron minoría.

Pero el cambio en los próximos años será radical y el petróleo cederá su corona a una mayoría creciente de fuentes de generación domésticas y renovables.

Según las estimaciones de la DNE, cuando en 2016 estén finalizadas la mayoría de los grandes proyectos energéticos en ejecución o planificados, el petróleo representará 40% de la matriz. Con el gas natural, que ganará espacio de la mano de la planta regasificadora que se construirá en la zona de Punta de Sayago, los combustibles fósiles serán 45% de la matriz.

De no mediar un cambio tecnológico relevante en el transporte, el crudo podrá continuar su retirada pero hasta un piso de 35% para 2030, en línea con lo que representa a nivel internacional, según las estimaciones de la DNE.

Viento de cola

Pero sin duda el proceso de apropiación tecnológica que más réditos dará a Uruguay en los próximos años será la incorporación masiva de generación eólica.

Para tener una real magnitud del fenómeno, en los próximos años se instalará en el país el equivalente a un tercio del total de la potencia de generación actual del sistema eléctrico, que a marzo de este año era de 2.867 MW, según los datos oficiales. De todas formas, eso no significa que el viento sustituirá a un tercio de la generación en base a otras fuentes, ya que la tasa de rendimiento de un molino se estima en 35%. En la actualidad hay proyectados o en ejecución 21 parques eólicos con un total 987,8 MW, aunque es probable que no todos se concreten. A esos se suman los seis que ya están operativos por 52,5 MW –el primero ingresó al sistema en marzo de 2007 y el último en enero de este año–. En ese listado no están considerados los 400 MW que planea instalar UTE por su cuenta bajo la modalidad de leasing o en asociación con la estatal brasileña Eletrobrás.

Un desarrollo similar se está dando y se dará asimismo en el segmento de la generación térmica en base a biomasa, de la mano del crecimiento del sector forestal y arrocero principalmente en la zona norte y este del país.

Entre 2000 y 2010 la biomasa –incluyendo la leña de uso industrial y doméstico– promediaron 19,6% de la matriz primaria, con una participación de 5,8% sobre el total se los residuos de biomasa para generar energía. Esa porción creció a 8,7% el año pasado, y sumado a la leña rondará el 30% para 2016, según cálculos oficiales.

Con ese panorama, Uruguay llegará a 2016 con un 90% de generación eléctrica en base a energía de fuente renovable, un guarismo sin par en ningún país del mundo.

Es por eso que Uruguay, un país chico, históricamente dependiente en materia energética, hoy despierta la atención internacional por su ejecución de política en la materia y planificación de largo plazo, con objetivos que superan los estándares de los países desarrollados.

Fuente: El Observador