Desde el pasado 9 de agosto, los cítricos uruguayos están habilitados para ingresar al mercado estadounidense. La apertura de este nuevo mercado fue realizada por el ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre, el canciller Luis Almagro y la embajadora de EEUU Julissa Reynoso, quien afirmó que este nuevo mercado impactará en la economía uruguaya posibilitando exportaciones que superen los 20 millones de dólares anuales y beneficiando a más de 15.000 trabajadores del sector. Asimismo, recordó que Uruguay había solicitado el acceso a este mercado hace más de una década y celebró que tras años de negociación las autoridades sanitarias hayan autorizado el acceso.

Por su parte, el ministro Aguerre resaltó la creación del Consejo Sectorial Citrícola, dentro del Gabinete Productivo, del cual surgió la necesidad de construir una agenda estratégica para el desarrollo del sector, donde la inserción internacional fue un tema principal. “Uruguay es un país que tiene una larga tradición exportadora en materia citrícola, con una gran dependencia del mercado europeo, el 75 % de nuestros cítricos exportados va a Europa, también con una larga tradición de enfrentar certificaciones y demandas de los mercados más exigentes”, puntualizó. Agregó que el acceso a más países y especialmente a Estados Unidos abre un gran mercado para las inversiones en un sector que en los últimos años estuvo afectado por el clima. “Lo de hoy es el cumplimiento de una meta en el marco de un plan estratégico, esto es la condición para desarrollarnos en un nuevo mercado, es la condición para recibir inversiones”, sostuvo.

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Las cifras de la producción citrícola

El Programa Nacional de Investigación de Producción Citrícola de INIA indica que Uruguay produce unas 300.000 toneladas de cítricos anuales, el 50 % se exporta y el resto se destina al consumo interno y al procesamiento de jugos y otros productos.

Salto, Paysandú, Río Negro y Rivera cubren el 84 % de la superficie citrícola y concentran la producción de naranjas y mandarinas en los predios de mayor escala. En la zona sur se distribuye el resto de la superficie citrícola entre los departamentos de San José, Canelones, Montevideo, Colonia, Maldonado, Florida y Soriano especializándose en el cultivo del limón como la especie principal. Dos especies básicamente ocupan la mayor área citrícola del país, las naranjas con 6,5 mil ha  y las mandarinas con unas 5,8 mil ha.

En cuanto a las exportaciones, el Sistema de Información de Exportaciones de Uruguay XXI señala que las exportaciones de productos cítricos en 2012 fueron por un total de US$ 60.122.429. Los principales destinos fueron los Países Bajos (US$ 17.480.831), Reino Unido (US$ 8.809.610), la Federación Rusa (US$ 6.958.644), Brasil (US$ 6.501.946) y España (US$ 6.033.331).

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Entrevista con el ingeniero agrónomo Federico Montes, asesor técnico en Citricultura del MGAP.

“LA MARCA PAÍS APORTA VALOR AGREGADO A LA CITRICULTURA URUGUAYA”

Desde hace poco meses Montes  es el asesor del MGAP en temas de citricultura, puesto al que llegó “seducido” por el ministro de Ganadería y Agricultura, Tabaré Aguerre. Su trayectoria en el sector citrícola fue desarrollada a partir de haber trabajado en varias empresas exportadoras de cítricos. Participó activamente en la creación del Plan Estratégico para la Citricultura durante el año 2010, y asegura que el modelo alcanzado cumple con la orden de “refundar la citricultura uruguaya”  que recibieron del ministro Aguerre. Para Montes, la asociación con la Marca País permitirá al sector -que es el principal exportador del país superando a la ganadería y a otros productos agrícolas- salir adelante de forma más activa y obtener el reconocimiento que merece. En principio, el sello de Uruguay Natural ya aportó para abrir el mercado de Estados Unidos, un objetivo que el sector persiguió por más de 20 años.

Uruguay tiene una cultura de producción citrícola muy antigua y la calidad de los cítricos nacionales hoy es reconocida en el mundo. ¿Desde qué base se realizó la “refundación del sector” a la que convocó el ministro Aguerre?

Desde una base muy sólida y con un criterio de contrato entre el sector público y el privado. Esa premisa que también fue impulsada por Aguerre fue la piedra fundamental que nos permitió llegar a acuerdos en conjunto y sacar adelante el Plan. Lo que se hizo fue definir las cuatro piedras fundamentales sobre las cuales se reorienta la nueva citricultura: la inserción internacional, la investigación y el desarrollo, la necesaria reorientación del Programa de Producción de Plantas, y la sustentabilidad social.

¿Qué pautas se fijaron para la inserción internacional?

La citricultura tenía un modelo de inserción interesante pero muy dependiente de la Unión Europea a dónde va el 60% o 70% de sus exportaciones. Eso en algún momento fue bueno pero después con las crisis deja de ser tan atractivo y se hace necesario diversificar los mercados. Hoy esta es una verdad conocida y acordada y para eso trabajamos.

¿Qué hay en torno a la investigación y el desarrollo?

Nosotros no concebimos el desarrollo del mercado sin investigación, porque abrir mercados no es solamente hacer una negociación comercial sino que implica acceso sanitario. La investigación precisa un empuje importantes en momentos en que por ejemplo hay plagas cuarentenarias presentes en Uruguay. Además entendemos que es un rubro que viene de un proceso de estancamiento y como tal, todo se estanca: el área pública, la investigación, el desarrollo, todo. Había que ponerle cabeza también al desarrollo porque encontramos algunos problemas estructurales de la citricultura, como por ejemplo que el 50% del área afectada carece de riego, cuando sabemos que no es viable una citricultura competitiva sin riego porque afecta la calidad y la productividad. Si vemos las gráficas del sector vemos que el año que llueve produce y el año que no llueve no baja, y mantener así una inserción internacional se vuelve difícil. Por otro lado tenemos un envejecimiento de los montes citrícolas en las plantaciones, producto también de la fragilidad financiera de las empresas o la falta de orientación.

¿Cuál es la edad promedio de los montes nacionales?

Es de 25 años. Si nos medimos con un competidor importante de Uruguay como es Sudáfrica, vemos que allí la edad promedio es de 14 años y eso implica que está en plena producción. También hay problemas porque faltan varietales, etc.

¿Bajo  qué premisas se reestructuró el Programa de Producción de Plantas?

Uruguay había tenido un Programa de Producción de Plantas de cítricos de significación pero había caído y debimos reorientarlo, bajo el formato de un acuerdo entre el INIA, el Instituto Nacional de Semillas (INASE) y el MGAP, porque ningún proyecto citrícola se puede cumplir desde el punto de vista productivo si no aseguramos genética y sanidad del material base del cual se parte. Es lo mismo que en la ganadería pero llevado a las plantas. A partir de este acuerdo podemos asegurar a los empresarios y productores que los materiales que plantan o van a plantar tienen genética y sanidad. Bajo esa idea es que se reestructuró ese Programa.

La cuarta pata de la nueva citricultura local es la sustentabilidad social. ¿Qué se entiende en este caso por sustentabilidad social? 

La citricultura tiene seis o siete empresas grandes y 421 unidades productivas en manos de pequeños y medianos productores que representan algo más del 30% del área citrícola. Para nosotros es fundamental por el rol que juegan los pequeños y medianos productivos en esta cadena productiva. La citricultura en el Uruguay prácticamente nace de la mano de los pequeños y medianos productores y ellos han tenido un rol protagónico de innovadores , de generadores de conocimiento, de apuesta a la investigación, docencia, innovaron en modelos comerciales y asociativos. Para nosotros resultaba un eslabón clave más allá de que en esta última etapa fueron perdiendo pie los pequeños y medianos productores y no tenían inclusión dentro de la cadena productiva y exportadora. Por eso es un punto clave para nosotros. Pero conjuntamente sustentabilidad social es los pequeños y medianos productores y los trabajadores. La citricultura genera 15.000 puestos de trabajo, tiene casi una persona por hectárea, algo que no tiene ni la agricultura ni la ganadería ni la forestación. Eso implica para nosotros una apuesta importante.

¿Qué pasó desde el 2010 cuando se terminó el Plan Estratégico hasta ahora?

La fase de ejecución de Plan Estratégico lleva poco más de dos años de trabajo continuo y en ese tiempo en lo personal aprendí que uno tiene que ser paciente pero constante, y que sobre la base del contrato se pueden lograr muchas cosas. Sin contrato no se puede.

¿El sector privado está afín de asociarse con el Estado para alcanzar un crecimiento? ¿No hay un desfasaje ahí?

Claro que hay desfasajes, pero el gran planteo es si estamos dispuestos a crecer junto. En ese sentido obviamente que existen diferencias, diferencias de puntos de vista y también diferencias entre las empresas, eso marca al sector, la citricultura tiene heterogeneidad. Entonces una medida no cae igual en cada una de las empresas. Pero el balance que hago es positivo porque en ese marco de la articulación público-privado, no solo hay que parecerlo sino serlo. Dimos dos señales muy fuertes y claras: el ministerio acompañó al sector privado a la feria mundial más importante vinculada a la comercialización de frutas frescas como es la Fruit Logistica de Berlín. Los acompañamos dos veces, la primera fui yo solo para ver cómo era y dar un primer paso, y la segunda redoblamos la apuesta porque fue el ministro Aguerre con un concepto muy claro: darle valor agregado a nuestro producto. Entendimos que ante un mundo competitivo la cosa estaba en cómo nos diferenciábamos nosotros y nuestros productos, peses a sus 50 años de trayectoria exportadora. Como vivimos en un momento complejo asumimos que tenemos diferencias arancelarias con otros países que no tienen arancel en la Unión Europea y nosotros sí. Ante esa realidad, cuya solución corre por otros carriles, pensamos que lo que podíamos aportar era una diferenciación de valor agregado de nuestros productos. Con esa lógica fuimos a Berlín pero además pusimos arriba de la mesa el concepto de sinergias articuladas y miramos para los sectores de la agricultura y la lechería y vimos que la fruticultura se había quedado atrás y como consecuencia crecieron otros rubros que antes no estaban. De ahí que el concepto de sinergias articuladas fue tenido en cuenta pensando primero en la fruticultura exportadora. Un rubro que exporta US$100 millones es muy chico, de ahí vienen lo de las sinergias articuladas porque fuimos a Berlín y a la feria Proexport en Rusia gracias  a que nos juntamos los cítricos, los arándanos, los vinos, los frutales de hoja caduca y los olivos. Ese es el concepto.

¿Y por dónde va todo ese proceso?

Por ahora va en un reordenamiento de la citricultura para esta nueva etapa y una vez que logremos esa madures tenemos que acoplarnos con el resto de los sectores para mirar el mundo. Venimos bien.

¿Cómo se vincula el sector con la Marca País con estas sinergias?

Yo he tratado de ir aprendiendo cómo se construye un bien público y creo que el tema de Marca País es justamente un bien público, es la oportunidad de armar un marco que posibilite nuevamente sumar valor agregado a los productos. Nosotros no inventamos nada, nuestro buque insignia es INAC y cuando veo la trazabilidad que alcanzó y los acompaño a ver cómo se mueven ellos, me doy cuenta que ahí hay un área para explorar y que este es un buen momento para establecer el tema de la Marca País en la citricultura. Sólo había que esperar el momento oportuno.

¿Cuál fue el momento oportuno?

Fue Estados Unidos. Cuando el 5 de febrero de este año salimos para Berlín con el ministro Aguerre, veníamos de una reunión con la embajadora de Estados Unidos, Julissa Reynoso, en la que recibimos la noticia de que se había puesto en consulta pública la norma para el acceso de los cítricos uruguayos a ese país. Con esa noticia en valijita nos fuimos y al llegar a la Fruit Logistica se la dimos a los citricultores locales y anunciamos que la entrada a Estados Unidos la haríamos con la marca Uruguay Natural como respaldo.  Así nace el concepto de Marca País asociado a la citricultura: con la idea de un nuevo mercado como el de Estados Unidos. Recientemente hicimos un taller con el grupo de Marca País y en el que vimos cómo se hacía la gestión de esta Marca País y qué conceptos recogíamos de parte de los citricultores.

¿Qué encontraron?

Le fuimos preguntando a la gente qué le decía la Marca País vinculada la cultura citrícola y en una nube de palabras surgieron términos como: inocuidad, trazabilidad, salud, seguridad, sabor, calidad, color, responsabilidad social, natural, entorno país. Cuando hablamos de Marca País es claro, nosotros hablamos de trazabilidad desde la producción hasta el destinatario final y ahora queremos dar un paso más para ir desde las plantas que salen del Programa de Certificación de plantas cítricas hasta llegar al consumidor final. Eso es la trazabilidad y implica también la certificación de cada uno de los procesos y la certificación de buenas prácticas para las plantas de empaque, algo con lo que ya contamos. Obviamente, el cítrico se puede destacar por atributos no solo de sabor o color, sino también por ser un producto que representa salud y eso tenemos que poder comprobarlo desde la producción hecha con sustentabilidad de los recursos naturales, entre varios otros aspectos que implica la trazabilidad. En la medida que cumplimos con eso es que damos valor agregado a nuestros productos y podemos competir en el mundo pese a las desventajas arancelarias. Ese es el concepto que nos aporta la Marca País y el porqué hemos logrado colocar nuestros cítricos en los Estados Unidos después de 20 años de intentarlo. Necesitamos oxígeno, cosas nuevas y nuevas bases sobre las que reorientar la citricultura. La Marca País nos da ese posicionamiento, nos da valor agregado ante el mundo y nos coloca muy bien desde el punto de vista de las sinergias articuladas.