La exbailarina y jurado de «Got Talent» habla sobre el libro: «El equilibrio de bailar», que fue presentado el jueves en el Hilton Garden

Ver bailar a María Noel Riccetto en el Ballet Nacional del Sodre fue un lujo que nos pudimos dar los uruguayos. Desde esta semana, también se puede conocer su historia ya que la escritora Lucía Chilibroste se encargó de recopilar documentación y muchas entrevistas para mostrar a la persona detrás de los personajes que interpretó en su carrera. Desde su regreso a Uruguay, luego de varios años como bailarina del American Ballet de Estados Unidos, Riccetto no ha parado de crecer y llegó a conquistar el Prix Benois de la Danse, el reconocimiento más importante en el mundo de la danza. Desde que colgó sus zapatillas de ballet, Riccetto no se alejó de los escenarios, como Coordinadora de la Escuela Nacional de Danza, y jurado de Got Talent, que iniciaron una nueva faceta en su carrera.

En el Hotel Hilton Garden se realizó la presentación de El equilibrio de bailar, el libro escrito por Lucía Chilibroste que cuenta la carrera de la gran bailarina uruguaya María Noel Riccetto. En esta entrevista la premiada bailarina repasa la historia de ese libro, desde que se lo propusieron hasta que lo leyó, de un tirón, un domingo donde no faltaron los pañuelos. Este libro, ya disponible en librerías, cuenta una parte de la vida de Riccetto, quien dice que deja todo lo que está viviendo con Got Talent, su acercamiento a la televisión, y su vida ya con las zapatillas colgadas, quedará para un segundo libro.

—El jueves se lanzó El equilibrio de bailar, un libro sobre tu vida, ¿cómo estás con este proyecto?

—Muy contenta. Este es un proceso que comenzó con una propuesta de Lucía Chilibroste hace ya unos años y cuando se me acercó me dije: qué cosa rara que quieran escribir sobre mí. Ella tiene una pasión muy grande por el ballet, creo que en otra vida habrá sido bailarina. Es un libro que recorre mi historia y me emocionó leerlo de principio a fin. Está contado con mucho amor, tiene una edición divina de Aguaclara y estoy feliz que hayan sido ellos porque son únicos en lo que hacen.

—¿Qué te pareció el libro?

—La verdad que me gustó mi historia (risas). Me conmovió mucho, fue como muy fuerte leerlo. Sobre todo porque hay testimonios de gente que me quiere mucho y me doy cuenta que es de esa gente de la que te tenés que rodear y estar contenida. Es gente que ha pasado por mi vida en momentos muy lindos, en otros tristes, pero que me hacen ser quien soy yo. Por eso me quedé muy contenta y creo que es un libro que le puede interesar a quien me conozca, a quien no, a alguien que le guste el ballet, a una persona que le guste el arte, o a quien le guste leer y pasar un buen rato. Eso se da porque no está escrito para un tipo de público, sino que se cuenta una historia, al menos esta primera parte. Desde que dejé de bailar comencé otra vida que será contada más tarde, pero esta primera parte ha sido muy satisfactoria y me ha dado mucha alegría compartir mi historia.

—¿Hasta qué edad abarca el libro?

—Abarca hasta los 40, es casi que hasta ahora. Esa primera parte de mi vida, la mitad capaz.

—Imagino que leerlo te tuvo que haber removido, ¿hubo alguna anécdota o foto que te llevó al pasado?

—No sé hasta dónde podo contar, pero la primera foto en el libro es una foto donde estoy en Las Teresas, porque fui toda la primaria a ese colegio, y estoy lista para bailar El Pericón. Y fue ver esa foto que es una de las primeras y se me llenaron los ojos de lágrimas porque recuerdo vívidamente ese momento. Recuerdo estar parada en una de esas puertas del colegio con todos los salones por la vuelta. Me acuerdo de la cámara con la que la tomaron que era una de esas finitas de rollo. Me acuerdo del pañuelo que tengo porque mi madre tenía dos iguales, uno celeste y otro rosado y estoy con el celeste anudado. Las coletas con las cintas. El libro tiene momentos así que para mí fueron muy importantes, pero la historia es linda. También toca la enfermedad de mi madre y cómo la viví lejos, la muerte de mi padre, el embarazo de mi hermana, el Benois, el haber vuelto, mis años en la Escuela Nacional de Danza, te estoy contando todo el libro.

—Igual no importa, es como Titanic, uno ya sabe que se va a hundir el barco, en tu caso que te convertiste en una imponente bailarina, lo lindo es cómo se cuenta esa historia.

—Eso es lindo. Y el libro no tiene una línea de tiempo, va para atrás y adelante, es me encanta porque te hace mover la cabeza de otra manera. Y hay tantos testimonios que me sorprendió. No es que no hablaran con cariño, pero el que dijeran cosas tan divinas, eso me tocó mucho. Lucía viajó a Estados Unidos y tuvo reuniones con mis excompañeros, mi exjefe en el American ballet, mi coach, primeros bailarines, amigos del alma están ahí, de Uruguay lo mismo. Es gente que tocó mi vida y se quedó para siempre, porque son mis cables a tierra. Eso es lo que tiene de interesante. También cuenta la historia de mi retiro y los motivos.

—¿Cómo fue leerlo?

—Me encerré un día a leerlo. Me desperté, Nacho me trajo el desayuno con el manuscrito y era el día que lo tenía que leer. Era un domingo, me desperté como a las siete de la mañana y empecé a llorar desde el momento uno. Julio Bocca escribe un prólogo muy lindo, me tocó mucho y me levanté para almorzar y volví a la cama a seguir leyendo. Me lo devoré porque me atrapó. En la noche lo terminé y me puse a llorar con esa mezcla de angustia, orgullo y alegría, eran muchos sentimientos. Es muy fuerte que alguien decida escribir un libro sobre vos.

—¿Qué se siente que escriban un libro sobre vos?

—Al principio me parecía hasta un poco ridícula porque cuando me lo planteó pensé: qué le pasa. Y son 40 años resumidos en 350 páginas. Estoy muy contenta, feliz. Fue un equipo muy lindo. Además pasa que tengo poca memoria así que creo que Lucía sabe más de mi vida que yo. A veces me llamaba y me decía: ¿te acordás de tal cosa? Y yo ni idea: Preguntale a Marina Sánchez, le decía. Ella aparece mucho en el libro porque es una hermana y le tengo muchísimo cariño. Es de esas personas fieles que además se acuerdan de todo, y con ella viví la Escuela Nacional de Danza y compartimos momentos lindos y otros no tanto. Entonces le decía: llamala a Marina que ella sabe. Detonaron momentos en mi memoria que me hicieron revivir muchas cosas, eso fue.

—Te retiraste de los escenarios y empezaste esta otra faceta nueva. ¿El efecto Got Talent queda para el siguiente libro? Porque es todo un universo nuevo que se te ha abierto gracias al programa.

—Tal cual. Ahí comienza otra historia y es otro cuento. La última vez que hablamos charlamos del “qué dirán”, de los miedos en las redes sociales, saliendo del ballet que es un arte escénico que está conocido como algo muy elitista, y el salir de eso hubo gente que me aplaudió y otra que se habrá sentido horrorizada, no lo sé. Lo que sí sé y tengo claro es que todo lo que hago, emprendo, me meto y apoyo o apadrino, lo hago con gusto. Si no estuviera feliz en el viaje que me meto, llámalo Got Talent, publicidad, la coordinación de la escuela, mi escuela o ser embajadora de Unicef, lo estoy haciendo con gusto. Entonces, de verdad, que digan lo que quieran. Yo estoy feliz con lo que estoy haciendo, no me arrepiento de nada y estoy rodeada de gente que me quiere, me apoya y acompaña, y va con mi esencia el estar ocupada. Por momentos me siento desbordada y me desenchufo en mi casa con mi pareja que me espera y me desenchufa de todo lo que sea mí día a día. Considero que en todos los lugares donde me he metido he conocido gente, o me he reencontrado con gente que me carga de buena energía. Es eso, rodearte de buena energía y, de verdad, es tanta que no importa nada más. Además, no tengo tiempo para pensar en comentarios negativos. La gente que tiene tiempo para escribir comentarios negativos, le sobra tiempo en las manos.

—Imagino que no estabas acostumbrada a las cámaras o a hacer publicidades como hacés para el programa.

—Hay muchas cosas que no, he hecho otro tipo de publicidades, pero esto ha sido diferente y lo he disfrutado: no me arrepiento de nada.

—Se vio que tuviste una conexión con la semifinalista de Got Talent, Mariana Bohrz, ¿va a ir a la Escuela Nacional de Danza?

—Quiero que venga a la Escuela Nacional, quiero que de la audición. Los papás viven en el campo y viven del campo, entonces ese movimiento a Montevideo tiene que ser pensado y con cuidado. Pero lo están pensando, lo que me hace feliz porque ella necesita una formación y tendrán que decidir si entra o no los profesores, pero tiene un talento por explotar así que si no es este año será el próximo. Ojalá pueda iniciar este camino porque además de talento tiene pasión. Hice un posteo en Instagram donde hablo mucho del valor que tiene que tener un bailarín para salir frente a una cámara a hacer una variación de ballet clásico. Uno nunca sabe cómo la cámara te agarra y puede tirarte a lo más alto o hundirte, y ella tuvo el coraje de prepararse y salir a bailar y lo hizo con seguridad y convicción. Eso es un principio para algo más, y seguramente a más de un niño que la vio le entró el bichito de qué se sentirá subirse arriba de un escenario para bailar. Ya por eso tiene un premio enorme Mariana. Ojalá que puedan arreglar todo para estar en Montevideo, y si no es así estoy dispuesta a ayudarla como sea, ya se lo dije a ella en la semifinal.

Fuente: El País