La muestra Tiempo de sueños: arte indígena de Australia, que se expone en el segundo piso del Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI), se convierte en una buena posibilidad de acceso a la historia, al bagaje cultural y ancestral de las tierras australianas.
En esta serie de 34 piezas realizadas sobre distintas superficies (madera, tela y papel de algodón) por medio de diferentes técnicas (pintura acrílica, pigmentos terrosos naturales, litografía, serigrafía, bark paintings –pintura sobre corteza de eucaliptos– y tallado) se puede observar una pequeña cápsula del arte aborigen australiano de los últimos 60 años. El arte, para estos grupos, es una forma de mantener viva su tradición y su historia, su cultura y sus conocimientos: con estas pinturas, que tienen un fuerte contenido simbólico e iconográfico, cuentan la historia de sus ancestros. Cada una de las obras está cargada de información que vincula el pasado, el presente y el futuro de la comunidad.
El concepto de sueño o ensoñación es clave para comprender estas comunidades y su arte, ya que está relacionado con su cosmovisión, que da cuenta de su lugar de origen (el territorio es muy importante para estos grupos, ya que saben dónde extraer alimentos, agua y pigmentos), sus leyes sociales y rituales, su conexión con la naturaleza y sus fuerzas. En el conjunto hay diferencias entre las obras de cada pueblo: por ejemplo, es característico el uso de los puntos en las obras de la zona de Papunya Tula y otras comunidades. Por eso el curador brasileño Clay D’Paula decidió organizar la muestra en tres salas, agrupando las obras por comunidades y zonas de producción.
Los temas que pintan mantienen una estrecha relación con sus ancestros y tradiciones, pero son reinterpretados por cada artista, que los pinta de una manera particular. En las obras se pueden observar figuras humanas, animales y vegetales; hay un alto grado de estilización, simplificación y abstracción de las figuras, que en ocasiones aparecen sólo en parte. Por ejemplo, en el caso de los animales suelen representarse sólo con la cabeza o con algún elemento distintivo que permita identificarlos. En otros casos, se trabaja a partir de esquematizaciones que implican un reconocimiento más complejo y que son completadas con rayas y líneas que pueden hacer referencia a la lluvia, las nubes, las corrientes de agua, la miel.
Se debe tener presente que los aborígenes habitan Australia desde hace más de 40.000 años y sus primeros contactos con el hombre blanco y la tradición occidental fue recién hacia fines del siglo XVIII (1769), con la llegada de barcos británicos, si bien anteriormente los españoles y otros grupos de exploradores europeos se habían aproximado a sus costas. Esta información es vital si se piensa en los grandes conflictos y dificultades que han vivido estos grupos aborígenes desde los intentos de colonización, con la expropiación de tierras, la imposición de una lengua (antes de la llegada de los ingleses había 250 grupos lingüísticos aborígenes, actualmente quedan 45) y una escritura (las lenguas aborígenes son orales), además de una corona (la inglesa: Australia es una mancomunidad dentro de la Comunidad Británica de Naciones) y un gobierno.
En este marco, el arte aborigen australiano contemporáneo se erige como una forma de protesta, de reivindicación y de mantención y protección de una cultura milenaria, transmitida de generación en generación por medio de relatos orales, arte y ceremonias rituales. De esta forma, la exposición nos permite acercarnos a un perfil más profundo en la historia de este inmenso país.
Un poco de historia
Estos pueblos siempre se vincularon al arte realizando objetos sagrados, pintura sobre arena –típica del desierto– y roca, e incluso sobre el cuerpo de los bailarines que llevan a cabo las ceremonias; también en la ornamentación de diferentes objetos de uso cotidiano: chozas, telas, armas, herramientas y utensilios. Originalmente utilizaban materiales naturales y autóctonos para sus obras, pintando sobre la corteza de eucaliptos luego de practicarles un proceso de preparación, con pinceles elaborados con ramas y cañas con apliques de pelos, hilos vegetales o plumas en la punta. Sus colores eran naturales, obtenidos a partir de pigmentos terrestres (ocres, amarillos y castaños), de caolín o yeso el blanco, y el negro, de carboncillo machacado. Los colores azul y verde comienzan a utilizarse una vez que entran en contacto con los materiales occidentales de producción y adoptan, en algunos casos, pinturas acrílicas y fijadores.
A partir de los años 70 el arte aborigen australiano comienza a difundirse internacionalmente y comienza a llamar la atención en el mercado del arte. Esto, en gran medida, responde al interés que mostró el profesor Geoffrey Bardon por el arte aborigen contemporáneo de los indígenas de Papunya Tula (ubicada en el centro de Australia), a quienes facilitó materiales para que pintaran sus relatos ancestrales en soportes de mayor permanencia (madera y lienzo), lo que permitió una rápida difusión y, en última instancia, inaugurar un mercado. A su vez, la exposición Dreamings (1988) en la New York Asia Society y la presencia de algunas obras de este tipo en la Bienal de Venecia (1990) fueron claves en el desarrollo y el crecimiento del mercado. A partir de entonces, los artistas se han organizado en cooperativas y se han creado distintos centros dedicados a la pintura. Incluso con apoyo del Estado, ya que este mercado mueve más de 200 millones de dólares al año, involucrando a unos 5.000 artistas aborígenes.
En la actualidad hay más de 100 centros donde las distintas comunidades pueden transmitir sus conocimientos por medio del arte. Si bien esto implica un gran avance en el respeto y la conservación de estas culturas, en ocasiones, también los galeristas o comerciantes de arte –en su mayoría blancos y occidentales, ya que los aborígenes suelen ser analfabetos– han cometido abusos, así como han dado lugar a plagios e imitaciones realizadas por personas que no pertenecen a los grupos aborígenes.
Tiempo de sueños: arte indígena de Australia. En el MAPI (25 de Mayo 279) hasta el 10 de mayo.
Fuente: La Diaria