Pleno agosto y un empresario argentino está pescando en la playa. Tres amigas argentinas conversan sobre asuntos porteños en el calor del living que tienen a diez metros del mar.

Un matrimonio, cuyos dos hijos argentinos están en clase presencial, hacen ejercicio por la rambla del Puerto. Y otro empresario, del sector inmobiliario, envía un mensaje de texto para advertir al periodista que lo llama que no puede atender porque está en un torneo de golf.

Y cuando se le pregunta cómo se sienten, las respuestas reflejan satisfacción por la decisión de mudar su centro de interés del alboroto porteño a lo que asumen como un verdadero paraíso.

«Estoy feliz, acabo de terminar mi casa frente al mar, falta hacer el cerco», dice Gonzalo Benavidez a LA NACIÓN, que se instaló en Chihuahua y desde ahí dirige fábricas de alimentación animal en Brasil. «Lo hacía desde Buenos Aires y ahora lo hago desde acá, mucho mejor», agrega Benavidez, que ya tenía residencia legal en Uruguay, pero ahora inició trámites de residencia fiscal.

Afirma que muchos amigos le piden el contacto del estudio de abogados que le hizo el trámite, porque luego de escuchar su relato se han convencido de que deben trasladar su centro de interés al este uruguayo.

El nuevo embajador uruguayo en Argentina, Carlos Enciso, dijo a LA NACIÓN que el consulado en Buenos Aires tiene más de 900 pedidos de residencia legal para tramitar, pero están demorados por las restricciones del coronavirus. «Hay otros cientos de pedidos en los consulados de Rosario, Córdoba y Santa Fe, pero todo está supeditado a las medidas de cuidado sanitario», añadió el representante oriental en la Argentina. Dijo que la cantidad de consultas y de trámites generados por sistema electrónico muestran un incremento significativo a lo de años anteriores.

Mayor flexibilidad
La pandemia se vive en Uruguay con mayor flexibilidad que en Argentina. En este país no hubo cuarentena obligatoria y el plan sanitario dio un resultado satisfactorio. Hay unos 200 contagiados de Covid-19 en todo el país, sin confinamiento, con todas las oficinas y fábricas abiertas, comercios y shoppings, teatros y cines, educación en salones de clase, gimnasios y espectáculos deportivos.

El tránsito de fuera de temporada, sin semáforos conectados se ha vuelto más intenso este invierno y circulan más automóviles de matrícula argentina que cualquier otro invierno anterior.

Silvia Simon era Directora Financiera de una compañía del sector comercio y pasaba los veranos en Punta del Este. Con el tiempo estiró su permanencia en Manantiales, pero no más allá de Semana Santa. «En vez de venir 20 días por año, hace un tiempo comenzamos a estirar la permanencia y con visita de familia y amigos por verano. Hace dos años nos quedamos por febrero, marzo, y abril; como mucho, hasta Semana Santa, pero esta vez seguimos de largo», contó Silvia.

«En el medio pasó esto de la pandemia; lo pensamos.. y por suerte decidimos quedarnos», dice Silvia a LA NACIÓN. Sigue atenta a lo que pasa en su país y siente mucha diferencia con lo que vive: «Estas viendo película de terror allá, pero acá es una calidad de vida muy buena, entre el lugar, la gente, cómo se vive».

Sin confrontación
Todos los consultados destacan que no existe el estrés de la gran ciudad y, también, que no hay un «clima de confrontación» permanente.

«No nos quedábamos porque pensábamos que sería muy duro el frío, pero esto es espectacular; estamos mucho mejor que en Buenos Aires», agrega Silvia. Y compara:

«No hay cuarentena, pero hay cuidados, hay responsabilidad; lo vemos con mis amigas cuando hacemos las compras en el supermercado, todo se hace con mucho respeto».

Silvina y Mario son un matrimonio argentino con dos hijos, Felipe y Juan Pedro, que llegaron a este balneario desde Pilar. «Este año decidimos venir a vivir a Uruguay  y nos da una calidad de vida muy diferente a la que tuvimos en Argentina. Nos encanta. Es un año difícil, pero eso no impide que disfrutemos» en familia, comenta Silvia.

El colegio al que van sus hijos está recibiendo un extraordinario ingreso de alumnos a mitad de año. En el International College acaban de comenzar clases 60 alumnos, de los cuales 50 son argentinos. Y hay casi 70 anotados para comenzar en próximas semanas: «Es muy raro esto porque usualmente se anotan a fin de año, o en febrero, pero no ahora», dijo Pedro Márquez del IC

«Me siento bien y veo que hay buen ambiente para negocios acá, si no vienen más argentinos es porque las restricciones sanitarias. Si abren frontera, van a ver cómo vienen más», dice el empresario Benavidez.

Silvia coincide: «Ayer hicimos un Zoom con amigos de un grupo de Iglesia (de Buenos Aires) y les contamos que comenzamos la residencia legal y nos preguntaban cómo era, porque a muchos les interesa cruzar».

Para malcriados
«Esto es para malcriados, es demasiado placentero. Una rutina de pueblo, pero con calidad de vida del primer mundo. Trabajar y disfrutar a la vez. El que no lo vive, no lo puede entender», dice Nicolás Palacios, hermanastro del expresidente Mauricio Macri, un argentino de 44 años que se decidió a vivir en el este uruguayo.

«En la Barra, el almacenero está trabajando más que en febrero y eso se nota. Yo me levanto a la mañana, hago mis cosas, de tarde un trámite en el banco es un placer, con el gerente que te saluda como un amigo, luego un cafecito en Gorlero, trabajar, pescar, hacer surf hasta en invierno, todo es muy placentero», dice Nicolás, que tiene dos restaurantes en Manantiales y uno en Montevideo.

«Ahora sí me di cuenta, que este es mi lugar», dice Silvia mirando las olas oceánicas de Manantiales.

Por: Nelson Fernández

Fuente: La Nación